Irradia, emisión del 9 de julio de 2023

Irradia, emisión del 9 de julio de 2023

Irradia, emisión del 9 de julio de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XIV del Tiempo Ordinario

“Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera Mateo 11, 28-30

(Música, Vengan a Mí, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Vengan a Mí, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

Señor Dios que, por medio de la humillación de tu Hijo, reconstruiste el mundo derrumbado, concede a tus fieles una santa alegría, para que a quienes rescataste de la esclavitud del pecado, nos hagas disfrutar del gozo que no tiene fin. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, como siempre una alegría, un gozo, poder compartir este ratico de la mañana del domingo con ustedes dondequiera que se encuentren, y compartir este ratico de la mañana del domingo con la Palabra de Dios, que nos ilumina, que nos fortalece, que nos ayuda. Le damos gracias a Dios por la semana que termina y le encomendamos la semana que ahora comienza.

Jesús se muestra como Hijo de Dios, el único que conoce al Padre, y como el Señor manso y humilde de corazón que nos invita a seguirlo. Así nos lo dice el evangelio de hoy. De acuerdo con la profecía de Zacarías, ese es el mismo Señor que un día entrará en Jerusalén humilde y montado en un burrito. La primera lectura nos habla de este siervo fiel que entrará un día en Jerusalén montado en un burrito.

Después de haber participado en el misterio pascual de Cristo por el bautismo, debemos vivir según el Espíritu de Cristo que habita en nosotros, como lo indica san Pablo en la segunda lectura; continuación de la del domingo pasado, que nos recordaba que en el bautismo hemos muerto con Cristo y resucitado con Él a una vida nueva, hombres y mujeres nuevos que tenemos que vivir como tales.

El evangelio de hoy, está tomado del evangelista san Mateo, en el capítulo 11, versículos del 25 al 30.

(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 11, 25 – 30)

El evangelio siempre es sumamente rico, nos da cada párrafo, cada versículo para meditar y reflexionar. Por eso los evangelios del domingo, pues tienen mucha tela por donde cortar. Pero hoy me fijo de manera particular en una invitación que nos hace el Señor. Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga. Vengan a mí. Todos lo que sienten cansancio, todos los que se sienten agotados, todos los que sienten que no pueden con la carga de cada día con los problemas de cada día, con los dolores de cada día, con los sufrimientos de cada día. El Señor nos invita, vengan a mí todos los que están cansados y agobiados que yo los aliviaré.

Pero ¿qué pasa? Que normalmente, cuando nos sentimos cansados y agobiados, no vamos donde el Señor. Comenzamos a buscar en las cosas de este mundo que ciertamente son necesarias, que ciertamente nos ayudan pero que son pasajeras, buscamos en las cosas de este mundo, en los bienes de este mundo ese alivio, buscamos esa ayuda para nuestras fatigas. Y entonces no lo encontramos. O cuando lo encontramos es pasajero, porque las cosas de este mundo son pasajeras, hoy las tenemos, mañana no. Y cuando ponemos nuestra confianza nuestra esperanza, nuestro descanso, nuestra tranquilidad solo en las cosas de este mundo, cuando se van, pues nos dejan más vacíos con más angustia, con más agobio, con más fatiga.

Por eso cuando sintamos que estamos agobiados y fatigados, preguntémonos, ¿Voy donde el Señor, escucho su invitación? ¿Voy a Él para encontrar la fuerza que necesito? No para que Él me resuelva los problemas, no, sino para encontrar en Él primero el descanso el consuelo que necesito, y después y tan importante, la fuerza para levantarme, seguir adelante, para no olvidarme de que siempre hay un mañana, de que el Señor camina con nosotros. Que el Señor nos da la mano para que nosotros podamos seguir, podamos continuar, que no nos dejemos aplastar por las dificultades de la vida.

Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados que yo los aliviaré. Pero dice más el Señor, tomen mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera. Tomen mi yugo sobre ustedes, y ¿cuál es el yugo del Señor? ¿El de la opresión? No. ¿El de la imposición? No, el yugo del Señor es el amor por eso dice tomen mi yugo sobre ustedes porque mi yugo es suave y mi carga ligera porque el yugo del Señor es el amor. Ámense los unos a los otros como yo los he amado, deseen para el otro lo que desean para sí mismos, sean capaces de comprender, de perdonar, de ayudar, de compartir, sean capaces de reconocerse hermanos los unos de los otros.

A veces es difícil la vida en la familia, a veces es difícil, pero en el amor encontramos la fuerza para mantener unida y que la familia sea el lugar donde encuentro el gozo, el consuelo, el reposo en el Señor. Pero lo mismo ocurre con los que están a mi alrededor. Amar es difícil, pero en el amor, en la medida en que amamos, encontramos la fuerza para enfrentar las dificultades, encontramos la fuerza para sobrellevar las contradicciones, encontramos la fuerza para amarnos los unos a los otros por encima de nuestras diferencias, para poder construir, para poder edificar juntos.

Manso y humilde de corazón, nos dice el señor. Que no quiere decir apocado, que no quiere decir el que se asusta ante las realidades de la vida. Que quiere decir el que es capaz de sembrar paz. El que es capaz de llevar la paz allí donde está, en su hogar en su barrio su trabajo, en su escuela, en la sociedad en la que vive. Manso y humilde de corazón no soberbio, no el que quiere imponer e imponerse, sino el que es capaz de escuchar, el que es capaz de tender la mano y de dejarse tender la mano.

No olvidemos esta invitación del Señor hermanos. Cuando nos sintamos cansados y agobiados, recordemos que ahí está Él, que podemos acudir a Él para encontrar en Él la fuerza, el descanso, el consuelo para poder seguir adelante, para poder levantarnos, que seamos capaces de aceptar ese yugo del que nos habla, que es el yugo del amor, de ese amor que nos hace hermanos los unos de los otros, de ese amor que construye y edifica sobre roca firme, ese amor que es el único que hace posible que este mundo tenga una esperanza.

Que así el Señor nos lo conceda.

(Música, Gusten y vean que bueno es el Señor, Dumas y Mari)     

Hermanos, renovemos nuestra profesión de fe, pidiéndole al Señor que nos ayude a vivir cada día conforme a la fe que profesamos.

¿Creen en Dios Padre todopoderoso su Creador del cielo y de la tierra? Sí, creo.

¿Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María virgen, padeció, murió, resucitó, y está sentado a la derecha del Padre? Sí, creo.

¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna? Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Ahora hermanos confiados presentemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre.

En primer lugar, por la iglesia de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, para que podamos ser testigos del amor y de la misericordia del Señor en medio de este mundo, particularmente medio de los más necesitados. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren, y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que puedan buscar en el Señor consuelo y paz. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales, para que sepamos responderle al Señor que nos llama a servirlos en los hermanos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos. Tengamos una oración particular por el padre Otto, que con tanta alegría y gozo nos acompañó durante varios años, para que el Señor lo acoja en su descanso y para que desde allí él siga intercediendo por nosotros que lo recordamos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos de manera especial a aquellos que nadie recuerda, para que, perdonadas sus faltas, el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que cuando estemos cansados y agobiados recordemos la invitación del Señor de acudir a Él. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre santo estas súplicas y aquellas que quedan en nuestros corazones pero que Tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor. Amén

Oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén

Hermanos todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús sacramentado, pueden hacer la comunión espiritual rezando la siguiente oración.

Creo, Señor mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas, y deseo ardiente recibir dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a Ti. Oh Señor, no permitas que me separe de ti. Amén.

Hermanos, les deseo que tengan todos, un feliz domingo. Que lo pasen y lo disfruten con la familia, con los amigos, recordando siempre a los que están más solos. Necesitan de nosotros, de nuestra acogida, de nuestro cariño. También deseo invitarlos el próximo miércoles 12 de julio, a las seis de la tarde, en la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba, serán reinhumados los restos del querido arzobispo Mons. Pedro Claro Meurice Estiú, de feliz memoria, a quien todos recordamos con tanto cariño, por su entrega y su generosidad, para con esta porción del pueblo de Dios que el Señor le encomendó y por su generosidad en la entrega de cada día.

Y que la bendición de Dios todopoderoso Padre, el Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes, sobre sus familias, sobre sus amigos y los acompañe siempre. Amén.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba. —
Guión, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección general, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo
Irradia…

(Música, Voy cantando, Kiki Troia Ft. Marco López)

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