Homilía de Mons. Dionisio G. García Ibáñez,Arzobispo de Santiago de Cuba, 9 de julio de 2023

Homilía de Mons. Dionisio G. García Ibáñez,Arzobispo de Santiago de Cuba, 9 de julio de 2023

Homilía de Mons. Dionisio G. García Ibáñez,Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad, 9 de julio de 2023
XIV domingo del Tiempo Ordinario

“Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera Mateo 11, 28-30

Hermanos,

Un breve comentario a estas palabras. Hemos dicho en domingos anteriores, que estos capítulos del evangelio de San Mateo del cinco, nueve, diez, hasta el once, es donde Mateo aglutina, concentra una serie de mandatos para que nos demos cuenta que el seguimiento de Jesús es algo diferente a lo que se había dicho. Ahí vienen palabras muy duras, duras, palabras como aquella de si se te dan una bofetada pon la otra mejilla, aquellas palabras de que si alguien te pide una túnica regálasela; aquellas palabras de que se decía antes ojo por ojo y diente por diente yo te digo perdona a tus enemigos.

Fíjense bien que son unos capítulos que hablan de un seguimiento a Jesús radical. En estas cosas de la justicia, de que yo te doy tú me das, ya eso un problema de justicia, lo que hace falta ahora es como yo llevo mi vida y como yo sigo a Jesús. Y Jesús nos invita a ser generosos, mansos de espíritu, firmes en la fe, luchadores por la justicia, pero siempre con un corazón puro que aparte de nosotros todo odio, toda maldad, todo deseo de venganza, todo deseo de pasar por encima de los demás y crecer yo aplastando a los otros Eso es loque San Mateo nos dice en esos capítulos y yo les invito que en su casa tranquilos los lean. Los van a releer de nuevo, seguro, pero van a ver que son palabras duras, pero encontrarán lo que el Señor no quiere decir.

Este capítulo once de Mateo, es como un cerrar. Vamos a cerrar todo esto. Y entonces, ¿Cómo se presenta él? Dice Padre yo sé que estas cosas son difíciles, son difíciles, vaya estoy yo pensando como Jesús, son difíciles, pero yo te doy gracias Padre Señor de cielo y tierra porque has escondido estas cosas a los sabios y encendidos, es decir a aquellos que se creen que se la saben todas y a aquellos que se creen que pueden determinar todo por su conocimiento, por lo que ellos entienden, por donde están sus deseos. Dice sí Padre, así te ha parecido mejor. Y al final dice Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados que yo les aliviaré, es decir todos aquellos que padecen, y padecemos precisamente, porque no queremos seguir el camino del espíritu y camino de Jesús vengan a mí que soy manso.

Así fue como Jesús se portó, manso, de tal manera que se dejó llevar como cordero al matadero, manso. Tengan ese espíritu de mansedumbre de aquel que se entrega a los demás para servirles. El Señor lo pide. Ésa tiene que ser nuestra actitud. Después la manera de realizarlo, entonces hay que ver según la razón, según las posibilidades, según las aptitudes propias de cada uno, cómo llevar a cabo la justicia y el bien en la sociedad. El Señor nos dice cómo portarnos, y por otro lado nos dice vengan a mí ustedes que parecen que pueden pensar de que no pueden ser justos, ni buenos, o que se olvidan, o pasan por alto tantas palabras que el Señor nos dice, vengan a mí yo estoy aquí, manso y humilde de corazón

Si anteriormente nosotros hemos escuchado la carta de Pablo los Romanos, aquí Pablo nos dice una cosa clave que es precisamente la que nos permite seguir a Jesús, y acudir a Él y ser manso y humilde de corazón, como Él lo fue. Dice, ustedes ya no están en la carne, sino son del Espíritu ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Todos nosotros sabemos que por el bautismo nos convertimos en templo del Espíritu Santo, y que el Espíritu de Dios habita en nosotros. Y que, si nosotros vivimos según el Espíritu de Dios, viviremos según estos consejos, estas invitaciones que el Señor nos dice. Y además que nos haremos uno con Él, somos uno con Él en el bautismo, porque nos hacemos hijos de Dios en Cristo Jesús, pero entonces seremos uno con Él en el Espíritu, porque viviremos según el Espíritu que significa hacer el bien. Que es el que nos lleva a atender al anciano, que es el que nos lleva a practicar la justicia, que es el que nos lleva evitar que opriman a un pueblo, es el que nos lleva luchar y a trabajar diariamente por el sustento de la familia, ese es el Espíritu de Dios que nos va guiando.

¿Cuál es la pregunta mía ahora para ustedes y para mí también? ¿Nosotros nos dejamos llevar por el Espíritu de Dios? Es la pregunta. ¿Nosotros en nuestra vida diaria pensamos, y Dios qué me diría en esta situación? Y el Espíritu de paz de Dios, ¿yo lo tengo en mi corazón? ¿Yo busco la comunión que es un fruto del Espíritu? ¿Yo busco precisamente esa inteligencia que me permite escudriñar las cosas de Dios? Hermanos, no dejemos pasar el tiempo, procuremos encontrarnos con Dios, con su palabra, sintamos que Dios es poderoso, aunque fue llevado como manso cordero al matadero, el vence al mal, el vence a la muerte, el vence a la injusticia. El Señor me libra, vengan a mí todos ustedes que son mansos y humildes de corazón.

Hermanos, acudamos a Dios. Hay veces que en la vida nos sentimos tan orgullosos que creemos que no dependemos de Dios, o hay veces que queremos que Dios haga las cosas como yo las veo. No, procuremos hacer las cosas como el Espíritu nos va diciendo. Si nosotros le preguntamos al Espíritu en cada instante de nuestra vida cómo tenemos que vivir y comportarnos, en esa misma medida estaremos viviendo como Jesús quiere. No nos olvidemos que Jesús es manso y humilde, pero también es victorioso. Por eso es que la primera lectura que nosotros hemos escuchado del profeta Zacarías, que profetiza al futuro Mesías dice que viene manso montado en un en un borrico, pero que sale victorioso y que va a hacer el que va a liberar Israel. El Señor Jesús también nos libera a cada uno de nosotros, pero para aceptar esa liberación, tenemos que pedirla, tenemos que entenderla bien, y tenemos que comprometernos a seguirle.

Que Dios nos ayude a vivir según el Espíritu. Hermanos, no lo dejemos llevar por la carne, la carne nos puede llevar por muchas cosas. Si seguimos el Espíritu de Dios, su palabra, vamos a andar por el camino correcto, por el camino que Dios nos pide que es el camino de la santidad, del bien y de la justicia. Que Dios nos ayude a todos a vivir así.

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