Irradia, emisión del 3 de marzo de 2024

Irradia, emisión del 3 de marzo de 2024

Irradia, emisión del 3 de marzo de 2024
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
III Domingo de Cuaresma

“Quiten esto de aquí: no conviertan en un mercado la casa de mi Padre” Juan 13, 16

 

 

(Música, Lo levantaré, DR)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Lo levantaré, DR)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

 “Cuando manifieste en medio de ustedes mi santidad, los reuniré de todos los países derramaré sobre ustedes agua pura, y quedarán purificados de todos sus pecados, y les infundiré un espíritu nuevo dice el Señor. Señor Dios fuente de misericordia y de toda bondad, que enseñaste que el remedio contra el pecado está en el ayuno, la oración y la limosna, mira con agrado nuestra humilde confesión para que a quienes agobia la propia conciencia, nos reconforte siempre tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, como siempre una alegría, un gozo, poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, sobre todo poder compartir la Palabra de Dios; esta palabra que nos ha sostenido a lo largo de esta semana que termina y que nosotros no sostendrá a lo largo de esta semana que comienza.

Dios decidió promulgar su ley al pueblo que había escogido por medio de Moisés, así nos lo nos lo narra la primera lectura esa ley se puede sintetizar en cuatro palabras yo soy el Señor. Después, en la segunda lectura, envió Dios a su Hijo para dar su gracia a los hombres, el Hijo fue un verdadero templo de Dios vivo en su humanidad, que vino al mundo humildemente y murió con el escándalo de la cruz. Nos lo dice la segunda lectura, el Hijo no dio más que una señal indudable de su misión, su propia resurrección y así nos lo presenta el evangelio de hoy.

El Evangelio que está tomado del evangelista San Juan, en el capítulo 2, versículos del 13 al 25.

(Lectura del evangelio de San Juan, capítulo 2, 13-25)

Es un fragmento del Evangelio muy conocido, también a veces muy llevado y traído, y muy utilizado a conveniencia del que hace uso de él, y es la expulsión de los mercaderes del templo. Es un momento muy peculiar, porque Jesús que siempre fue muy sereno, muy tranquilo, que acogía los pecadores fueran quienes fueran, Él no tenía ningún inconveniente, no solo a acogerlos, sino compartir con ellos a pesar de las críticas de los escribas, de los fariseos, de los ancianos del pueblo, que le echaban en cara esto. Pero que sin embargo cuando llega a Jerusalén y entra el templo y encuentra los mercaderes allí, los echa de manera violenta, así nos lo narra el Evangelio de hoy, y en general nos parece bien porque el Señor dice, mi casa es casa de oración y ustedes la han convertido en un refugio de malhechores.

Y creo que es así, tenemos que cuidar y respetar el templo que es la casa de Dios, el lugar donde de manera privilegiada nos encontramos con el Señor, porque al Señor lo encontramos en cualquier parte. Lo mismo en nuestro hogar, que cuando caminamos por la calle, cuando vamos en un transporte público sea este el que sea, cuando estamos esperando en una cola para hacer una gestión, allí podemos encontrarnos con el Señor, allí podemos orar; Dios está en todas partes y debíamos aprovechar más todo ese tiempo que a veces vamos consumiendo, en esperas aquí, esperas allá, en encontrarnos con el Señor.

A veces nos quejamos de que no tenemos tiempo para orar y, sin embargo, sí lo tenemos, basta que nos demos cuenta que cuando estamos en un lugar esperando para esto, esperando para lo otro y no sabemos el tiempo que vamos a emplear, ese es el momento para orar, para conversar con Dios, para abrirle el corazón en el interior de nosotros. Pero vuelvo, es importante que nos ocupemos y nos preocupemos por los templos materiales, que estén limpios, que estén cuidados, que sean respetados, que nos comportemos en ellos como debemos comportarnos, que no lo utilicemos para otra cosa que no sea para encontrarnos con el Señor.

Hay otros lugares en que podemos conversar, platicar, reírnos, pero el templo, cuando vamos, el tiempo que vamos es para dedicárselo al Señor, que está siempre ahí aguardando por nosotros, pero a veces perdemos la perspectiva y nos olvidamos de algo que dijo San Pablo y que es importantísimo, nosotros somos templo de Dios, y si yo me preocupo porque el templo de Dios sea hermoso, porque el templo de Dios esté cuidado, porque no hagamos en el templo lo que no debemos hacer en la casa de Dios, debía preocuparme de la misma manera cómo cuido yo el templo de mi cuerpo, cómo utilizo mi cuerpo, cómo me utilizo yo, cómo me comporto yo que soy templo de Dios, piedra viva del templo de Dios.

Si yo me preocupo por vivir conforme a la Palabra del Señor, si yo me preocupo por cumplir el mandamiento de amarnos los unos a los otros como el Señor nos ama, que significa perdonar, acoger, comprender, acompañar, ayudar, compartir, qué significa estar disponible siempre para el otro, aunque no siempre el otro esté disponible para mí, porque cada uno es responsable de sus propios actos.

Tomamos decisiones pensando en los demás, si los demás no lo hacen porque lo voy a hacer yo, porque usted tiene que dar cuenta de su propia vida al Señor, cada uno tendrá que dar cuenta de su propia vida. Y entonces yo no puedo guiarme porque si el otro lo hace o no. ¿Qué es lo que hay que hacer? ¿Cómo hay que vivir? Si yo quiero ser un cristiano, si yo quiero dar testimonio del Señor, cómo tengo que vivir, si yo quiero mantener mi cuerpo como templo de Dios, qué tengo que hacer para que el Señor pueda habitar en nosotros; porque a veces nos llenamos de tantas cosas que el Señor no tiene lugar en nuestra vida. A veces llenamos nuestro corazón de tantos resquemores, de tantas ambiciones, de tantas quejas, de tanto tiempo perdido inútilmente, empleado en cosas que no nos conducen a ninguna parte, y nos olvidamos entonces de dedicarle el tiempo al Señor, de orar, de leer la Sagrada escritura, de compartir la Palabra de Dios con mis hermanos.

¿Cómo podemos ayudarnos los unos a los otros para ser mejores cristianos? ¿Qué puedo hacer para poder poner por obra los eh mandamientos de Dios, para poder poner por obra las obras de misericordia? Dar de comer al hambriento, beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al que está sin techo, a acompañar al enfermo, preocuparme por el preso, por su familia. ¿Qué tengo que hacer?

Entonces, hermanos míos, escuchemos con detenimiento el evangelio de hoy y cada vez que nos acordemos que el Señor echó del templo los mercaderes, porque su casa es casa de oración, recordemos que también nosotros somos templo de Dios y que tenemos que sacar de nosotros todo aquello que impide que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, habite en nosotros.

Que así el Señor nos lo conceda.

(Música, Purifícanos, Dumas y Mary)

Ahora hermanos, renovemos nuestra profesión de fe y como siempre les digo, pidamos al Señor que podamos vivir conforme a la fe que profesamos, para que el Señor no tenga que decir de nosotros lo que dijo un día de los fariseos, hagan lo que ellos dicen porque dicen bien, pero no lo que ellos hacen, porque no hacen lo que dicen. Que podamos vivir conforme a la fe que profesamos.

Ahora hermanos renovemos nuestra profesión de fe pidiendo como siempre al Señor, que nos dé la gracia y la fuerza para no solo profesarla con los labios, sino hacerla vida en nosotros.

Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.

Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.

Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Ahora hermanos presentemos confiados nuestras súplicas a Dios nuestro Padre. Él siempre nos escucha y siempre nos responde, pero tenemos que estar atentos para descubrir la voz de Dios en los acontecimientos de nuestra vida y de nuestra historia.

En primer lugar, pidamos por la Iglesia, de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, templos de Dios, para que podamos dar testimonio con nuestra vida del amor y de la misericordia del Señor para con los más necesitados. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades cotidianas, para que puedan encontrar a Cristo, y en Cristo encontrar el consuelo, la fuerza y la esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, laicales, para que el Señor nos dé la fuerza para responder a su llamado de ser sus testigos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos, de manera particular aquellos que nadie recuerda en sus oraciones, para que perdonadas sus faltas el Señor lo acoja en el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que no olvidemos nunca que somos templo de Dios y Él pueda habitar en nosotros. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que Tú conoces, te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén

Hermano oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la comunión espiritual rezando la siguiente oración.

Creo, señor mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón, y como si te hubiese recibido me abrazo y me uno todo a Ti. Oh, Señor no permitas que me separe de ti. Amén.

Que tengan todos, un feliz domingo. Estamos ya en el tercer domingo de Cuaresma, ya hemos hecho un camino en estos 40 días en que los cristianos nos preparamos espiritualmente para celebrar la Semana Santa, la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Entonces es tiempo como de hacer un alto y mirarnos, cómo estamos viviendo esta Cuaresma. ¿Realmente es tiempo de oración, tiempo de penitencia, tiempo de limosna, de compartir, de ser generoso, de abrirnos a los demás? Para que no perdamos este tiempo de gracia que es la Cuaresma, para que no se convierta solo en un rito más en que el sacerdote cambia el color de las vestiduras, en que los cantos son un poco distintos, en que se predica sobre la conversión, pero nada más. Entonces, hagamos un alto y preguntémonos, cómo estamos viviendo la Cuaresma, si realmente estamos haciendo este camino de preparación interior para que el Señor pueda hacer su morada en nosotros, para que con Él podamos morir y resucitar, para que podamos esforzarnos por ser hombres y mujeres nuevos en Cristo.

Disfruten su domingo con la familia, con los amigos, de manera particular aquellos que están más solos y necesitan también de ese calor familiar.

Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y nos acompañe, ahora y siempre. Amén.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima si Dios quiere.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, La Casa de mi Padre, Javier Brú)

 

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