Irradia, emisión del 30 de julio de 2023

Irradia, emisión del 30 de julio de 2023

Irradia, emisión del 30 de julio de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XVII del Tiempo Ordinario

“El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra” Mateo 13, 45-46

(Música, Tesoro escondido, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Tesoro escondido, Javier Brú))

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

Dios habita en su santuario, Él nos hace habitar juntos en su casa es la fuerza y el poder de su pueblo. Señor Dios protector de los que en ti confían, sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros tu misericordia, para que bajo tu dirección, de tal modo no sirvamos ahora de los bienes pasajeros, que nuestro corazón este puesto en los bienes eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, con alegría un gozo poder compartir con ustedes esta mañana del domingo y compartir sobre todo la palabra de Dios, la palabra de Dios que nos ilumina, que nos fortalece; la palabra de Dios en la cual descansamos todo lo que hemos vivido esta semana que ha terminado y ponemos la semana que va a comenzar, para que la palabra de Dios nos dé la fuerza para obrar siempre conforme el Señor quiere y espera de nosotros.

Jesús nos relata hoy la parábola de aquel hombre que encontró un tesoro y que lo sacrificó todo para poder conseguirlo. Lo mismo podría decirse del tesoro que es la amistad con Dios. El rey Salomón descubrió desde niño que ninguna riqueza supera a la sabiduría que viene de Dios. San Pablo nos recuerda que Dios nos ama y quiere que reproduzcamos en nosotros la imagen de su Hijo, para poder llamarnos a compartir su gloria.

La liturgia del XVII domingo del tiempo ordinario, nos propone como lectura evangélica un fragmento del evangelio de San Mateo en el capítulo 13, versículos del 44 al 52.

Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 13, 44 – 52)

El Señor Jesús nos dice allí donde está tu tesoro está tu corazón. Tenemos que preguntarnos nosotros cristianos dónde está nuestro tesoro, para saber dónde está nuestro corazón. El evangelio de hoy nos habla del hombre que encontró un tesoro en el campo. ¿Y qué hizo? Vendió todo lo que tenía para comprar el campo, para poder quedarse con ese tesoro. También nos habla este fragmento del Evangelio de San Mateo, del comerciante en perlas finas que encuentra una perla de gran valor y que vende todo lo que tiene para comprar esa perla. O el pescador que echa la red en el mar y saca la red llena de peces, y en la orilla empieza escoger, guarda los más grandes, los mejores y los que no sirven los arroja, no les sirven para nada.

Nosotros nos hemos encontrado con Cristo, ¿es Cristo nuestro tesoro? ¿Hemos descubierto en Cristo, en su palabra nuestro tesoro? Nosotros nos hemos encontrado con Cristo, ¿es Cristo nuestra perla fina? Y entonces ¿hemos dejado todo lo que nos impide tener está perla fina o tener este tesoro, para poder guardarlo? ¿Hemos ido quitando de nuestra vida, de nuestro corazón, todo aquello que lo ocupa y que impide que el Señor haga morada en nosotros?

En el Evangelio del domingo pasado se nos hablaba del trigo y la cizaña, como se siembra el trigo, pero junto con el trigo crece la cizaña. Así también pasa en nosotros, decía San Pablo el bien, que quiero hacer no lo hago y el mal que no quiero hacer lo hago. San Pablo experimenta, la presencia del mal en su vida, también el mal está presente en nuestra vida, también hay cosas que tratan de apartarnos del camino del Señor, que tratan de presentarse como el verdadero tesoro o como la perla fina. Y nos dejamos distraer por cantos de sirena y vamos buscando donde no podemos encontrar, y vamos buscando donde no hay, y nos quedamos con las manos vacías, no hacemos como el pescador que tiene la red llena de peces buenos y malos, pero se queda con los buenos. A veces tenemos la red llena de peces buenos y malos y nos quedamos con los peores, y arrojamos los buenos porque exigen más esfuerzo, porque exigen más sacrificio, porque exigen más trabajo.

Nos hemos encontrado con el tesoro, que es Cristo y su palabra, con Cristo que es el camino, la verdad y la vida, pero para seguir ese camino, para vivir esa vida, para poder estar en la verdad que es Cristo, exige de nosotros esfuerzo, sacrificio, significa ir quitando de nuestro caminar todo aquello que nos impide seguir adelante. Nuestras falsas ambiciones, nuestros rencores, nuestra incapacidad para compartir lo que tenemos y lo que somos con los demás, de perdonar. De reconocer que también soy pecador y necesito pedir perdón, mi incapacidad para aceptar a los demás, aunque sean distintos, diferentes, aunque no siempre comparta sus puntos de vista; la capacidad de respetarlos, de escucharlos, porque siempre tendrán algo que aportarme, y yo siempre tendré algo que aportarles, que es Cristo.

Pero esto exige esfuerzo y sacrificio, exige lo que le exige la vida a un labrador. No solamente roturar la tierra, prepararla y sembrarla, sino después estar atento para que no salgan malas hierbas, para regarla, para protegerla y al final, poder recoger la cosecha. Tenemos que estar como las vírgenes prudentes con las lámparas encendidas. No podemos dormirnos porque si nos dormimos llega el Señor y no podemos entrar al banquete.

Entonces preguntémonos. ¿Dónde está mi tesoro, Jesús es mi tesoro? ¿He encontrado en Él el sentido de mi vida, la fuerza para vivirla, la luz para no perderme? Como los mártires, no solo los de los primeros siglos, porque hoy también hay mártires en el mundo entero, hombres y mujeres que lo dejan todo para servir al Señor en los hermanos, porque se han encontrado con Cristo que es su tesoro, su perla fina y en Cristo han descubierto el valor de los hermanos, porque el amor al Señor pasa a través del amor al prójimo.

Entonces pidámoslo así. Pidámosle al Señor sabiduría. En la primera lectura, el Señor le dice a Salomón, en el Antiguo Testamento, pídeme lo que quieras y te lo daré. Y cualquiera hubiera pensado pues riqueza, poder, placer, pero Salomón le pide sabiduría, pero la verdadera sabiduría, como entiende la Sagrada Escritura la sabiduría. La sabiduría de reconocer cuál es la voluntad de Dios y la fuerza para ponerla por obra, la sabiduría de descubrir el camino de Dios para mí. Porque ahí será donde encontraré mi realización, mi plenitud, la felicidad, que con tanto afán busco en este mundo.

Cuando encuentro el camino de Dios para mí, no porque Dios necesite que yo recorra su camino, Dios no necesita nada es suficiente en sí mismo; porque yo necesito encontrar ese camino, porque solo ahí encontrándolo a Él, podré encontrar la felicidad y la verdadera realización. Solamente así podré dejar que Cristo habite en mí, así lo dice San Pablo en la carta que hemos escuchado hoy como segunda lectura a los romanos. En efecto, a quienes conoce de antemano, Dios los predestina para que reproduzcan en sí mismos, la imagen de su propio Hijo, para poder amar en nosotros lo que amó en Él, para poder ser testigos del Señor, para poder hacerlo presente en medio de este mundo.

Entonces pidámoslo así hermanos míos en este domingo, que el Señor sea nuestro tesoro, que el Señor sea nuestra perla fina, que tengamos la sabiduría para descubrirlo y dejarlo todo para seguirlo, que podamos reproducir su rostro en nuestro corazón y en nuestra vida, para hacerlo presente medio de este mundo que tanto necesita de Él, de su palabra.

Que así el Señor nos lo conceda.

(Música, Bendice alma mía al Señor, Dumas y Mary)          

Renovemos hermanos nuestra profesión de fe y pidámosle al Señor con humildad que nos de la fuerza para vivir siempre conforme a la fe que profesamos.

¿Creen en Dios Padre todopoderoso su Creador del cielo y de la tierra? Sí, creo.

¿Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María virgen, padeció, murió, resucitó, y está sentado a la derecha del Padre? Sí, creo.

¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro? Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Y ahora presentemos hermanos confiados, nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, seguros de que Él siempre nos escucha y siempre nos responde.

En primer lugar, por la iglesia, para que seamos testigos de la palabra del Señor en medio de este mundo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que puedan encontrar en Cristo y en su palabra, consuelo fortaleza y esperanza, y en los cristianos manos y corazones dispuestos a tenderse para ayudarlos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

En esta semana, que pasó celebramos la fiesta de Santa Cristina y recordamos a dos personas muy especial a Caridad Cristina Gramatges, Cary Cristy y a la hermana Cristina del Sagrado Corazón, que tanto bien hicieron en nuestra diócesis, en nuestra iglesia, y que estoy, seguro que donde quiera que se encuentren, seguirán acompañándonos e intercediendo por nosotros, para que descansen en paz junto con todos los difuntos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros para que no desechemos el tesoro que encontramos que es Cristo, que no desechemos la perla fina que encontramos que es Cristo, sino que lo dejemos todo para seguirlo a Él que es el camino, la verdad y la vida. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha, Padre Santo, estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que Tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor. Amén.

Oremos hermanos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén

Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:

Creo Señor mío que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma; pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a Ti; Oh Señor, no permitas que jamás me separe de Ti. Amén.

Hermanos, que tengan todos, un feliz domingo, que lo pasen en familia, que disfruten de la familia, que puedan compartir todo lo que en la semana no han podido hacer, todo lo que en la semana hicieron, todo lo que esperan hacer en la semana que comienza. Compártanlo también con los amigos, de manera particular aquellos que no tienen su familia cerca, y necesitan sentir ese calor tan particular. No se olviden de ellos, acójanlos, llámenlos, que los sientan siempre cerca y dispuestos.

Y que la bendición de Dios, todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes, familiares y amigos, y los acompañe siempre. Amén.

Les ha hablado el P. Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, El tesoro más perfecto, Verónica sanfilippo)

 

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