Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, VII Domingo de Pascua, 21 de mayo de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, VII Domingo de Pascua, 21 de mayo de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
VII Domingo de Pascua, 21 de mayo de 2023

 “Vayan pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” Mt 28, 19

 Hermanos,

Estamos ya en este domingo  de la Ascensión, el jueves pasado se cumplieron los cuarenta días después de la resurrección de Cristo. Esto lo sabemos por la misma Palabra de Dios que nos dice que a los cuarenta días Ascendió a los cielos. Por eso en muchas iglesias se celebra la Ascensión como tradicionalmente se hacía al cumplirse los cuarenta días de haber resucitado el Señor. Por problemas pastorales, en muchos lugares se traslada la fiesta de la Ascensión al domingo anterior a Pentecostés, aquí también nosotros lo hacemos así.

Es muy importante retener las lecturas que hemos escuchado hoy, digo que es importante porque esta que tiene como tema fundamental la Ascensión, ese episodio de la vida de Jesús que los Apóstoles registraron en la Palabra de Dios, en la Biblia, en los evangelios, en los Hechos de los Apóstoles. Todos sabemos que los evangelios fueron escritos que quisieron ser como una catequesis grande, ahora tenemos la posibilidad de muchos libros, la mayor parte de las personas saben leer, escribir… en aquella época la fe, la enseñanza, la educación, la formación se daba de manera oral, y por lo tanto los discípulos, recogieron los episodios más importantes de la vida de Jesús sin agotar todo lo que Jesús hizo, como en biografía moderna, que somos tan exigentes que queremos saber paso a paso lo que la persona de la que se está haciendo la biografía ha hecho, ha dicho. Los evangelios no son eso, es saber quién era Jesús, qué hizo Jesús, qué nos mandó Jesús, qué nos pidió que hiciéramos. Por eso nos van narrando la vida de Jesús en aquellos aspectos más importantes, y este es uno de esos eventos claves que nosotros tenemos que guardar. De tal manera es así, que ellos inspirados por el Espíritu Santo lo pusieron en el texto y en las cartas de los apóstoles.

La Ascensión ocurre cuarenta días después de la Resurrección como ya les dije, los apóstoles quisieron transmitirlo, el sentido, el significado de este hecho. Jesús ascendió al cielo. Lo narran de diversas maneras, lo que sí experimentaron es que Jesús había partido. Uno dice subió a los cielos una nube los cubre, otro dice Jesús partió; ya Jesús había cumplido ese tiempo en que resucitado compartió nuestra vida, Él se va. Y precisamente en este tiempo, en esos cuarenta días, es que Jesús deja los consejos, los mandatos, las invitaciones claves para nuestra vida de fe.

Vamos a ver el hecho en sí. Los discípulos, lo narra el libro de los Hechos de los Apóstoles y también lo dice el evangelio de san Mateo, nos dice que Jesús en un momento determinado convoca a los discípulos, les da los últimos mandatos y parte, ya ellos no lo van a tener entre ellos. Jesús los fue preparando lentamente, poco a poco les fue diciendo es necesario que venga Otro después de mí que les va a hacer posible que ustedes puedan luchar en el mundo y puedan proclamar la fe, el Espíritu Santo que vamos a celebrar el domingo próximo en Pentecostés.

Aquí el Señor les dice, ustedes de ahora en adelante son los que tienen que continuar mi obra. Se les presentó después de su Pasión, les dijo no se alejen de Jerusalén, aguarden que se cumpla la promesa de mi Padre de la que ya les he hablado, Juan bautizó con agua, dentro de poco ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo. Cristo vino, anunció, el Espíritu Santo permanece con ustedes. Y dice más, vayan por el mundo entero, enseñen lo que yo les he enseñado, prediquen lo que yo les he enseñado y bauticen a los que crean. Ustedes van a ser los continuadores de mi obra.

Este pasaje describe muy bien la situación, Jesús les da las indicaciones, los mandatos, ellos se quedan un poco anonadados, tristes porque él dice que va a partir. De ahí que los apóstoles ya le habían preguntado, ¿a dónde vas? ¿nosotros también iremos? Y les dice, allí hay muchas moradas, ustedes también irán, pero los discípulos no querían separarse de Él. Ellos estaban aplastados, se nos va el Maestro, ¿qué pasa después?

Y estaban aplastados, y estaban sorprendidos, porque descubren y experimentan que ya Jesús no estaba con ellos, había ascendido a los cielos, así dicen ellos. Por lo tanto, estaban pasmados mirando hacia arriba, diciendo y ahora qué Señor, antes te teníamos a ti, tú resolvías los problemas, y con tu palabra sabías explicar las cosas. Ahora qué, qué será de nosotros. El Señor les dice, no tengan miedo, yo les enviaré el Espíritu Santo.

Hay una frase que a mí me encanta, dice, mientras ellos miraban al cielo viéndole irse, se le presentaron dos hombres vestidos de blanco, que le dicen, galileos qué hacen ahí plantados mirando al cielo, el mismo Jesús que les ha dejado para subir al cielo, volverá como le han visto marcharse. Ése, Jesús está vivo y va a volver, ustedes necesitan el Espíritu Santo.

Este podemos decir, es el pasaje que ya da inicio a la institución de la iglesia, cuando Él confía en los apóstoles y les dice, ustedes van a ser los que van a continuar mi obra. Los discípulos tuvieron que sentirse todavía más confusos. Le habían visto partir, se les dice que ellos van a continuar la obra, y ahora qué, qué hacemos.

Y ahí está el Espíritu Santo que es quién anima la vida de fe de cada uno de nosotros, de todos, ahí está. Como dice el texto de Pablo, hay veces que sabemos ni qué pedirle a Dios, y el Espíritu pide por nosotros. El Señor sabe lo que necesitamos, pero Él quiere que brote de nuestra voluntad, de nuestra libertad que le necesitamos a Él.

Los discípulos parten, se van, tal vez un poco esperanzados, pero todavía muy confundidos, qué pasará ahora. Entonces viene el Espíritu Santo. En este qué pasará ahora, el Señor les dice ustedes tienen una tarea muy grande, darle a conocer para que el mundo cambie, para que el mundo se encamine por los senderos de Dios y no se deje desviar por tantas cosas, podemos decir que ya la iglesia está comenzando a caminar.

Si vamos a la carta a los Efesios dice así, Cristo resucitándolo de entre los muertos, y sentándolo a su derecha por encima de todo principado, fuerza y dominación, por encima de todo nombre conocido, no sólo de este mundo sino en el futuro. Ése es Cristo, y nosotros tenemos que darle a conocer a ese Cristo. Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la iglesia como cabeza, ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Entonces hermanos, los que creemos en Cristo, somos quienes tenemos que darlo a conocer y completar la obra del Señor en cada instante de nuestra vida y en cada tiempo. Hoy nos toca a nosotros.

Vamos a tomar conciencia hoy, en la espera del Espíritu Santo, y vamos a reflexionar como hicieron los apóstoles que nosotros tenemos que dar a conocer a Jesús; que tenemos que dedicar tiempo para preguntarnos, como hicieron los apóstoles, cómo yo voy a darlo a conocer. Vamos a preguntárnoslo todos, yo como obispo, cómo yo puedo dar a conocer a Jesús en esta situación tan difícil que está pasando nuestro pueblo. Tengo que preguntarme sabiendo que cuento con la ayuda del Espíritu Santo, pero también cuento con ese deseo dado por la gracia de Dios para conocerle más.

Entonces hermanos, cada uno medite cómo puedo darlo a conocer. Este mundo necesita de Dios, este mundo que por tantas razones muchas veces vemos como que se aparta de Jesús, pueblos enteros que antes eran cristianos ahora viven con apatía su fe. ¿Es que no le hemos dado a conocer bien? Tendríamos que hacernos esta pregunta. ¿Cómo voy a dar a conocer a Jesús? En primer lugar, viviendo como Él me pidió a mí, soy testigo, hay que serlo de palabra y de obra. Este mundo muchas veces quiere hacer algo, hacer algo nuevo, creyendo que va hacia el progreso, y muchas veces nos vamos atrasando y creando más problemas de los que creíamos que íbamos a resolver. Este mundo en el que el Señor nos dice procuren la paz, lleven la paz, combatan el mal por medio del bien, y nosotros vemos que la prepotencia de los hombres se hace tan dura, tan dura. No somos capaces de ver el sufrimiento que una contienda, que una guerra, lo estamos viendo en Ucrania, está ahí, continua, permanece… y son dos pueblos cristianos.

¿Así damos a conocer a Jesús? Decimos que buscamos la paz, y por otro lado se dice ese lema si quieres la paz prepárate para la guerra, qué cosa. Gobiernos que proclaman la igualdad y la justicia, y sin embargo oprimen, oprimen. Fíjense cómo la palabra de los hombres nos confunde. Vemos la naturaleza, ¿la cuidamos lo suficiente?, o hacemos que se destruya. Los mismos hombres reniegan, y además se legisla, que lo que Dios ha hecho por naturaleza, un hombre, una mujer, que así vivan unidos hasta el final; no, eso se quiere eliminar, ya no queremos que Dios designe nuestra vida, que se meta en nuestra vida, aun en algo que es propio de la naturaleza.

Así lo vemos, ahí es donde tenemos que poner la palabra de Dios, ahí es donde tenemos que vivir esa palabra de Dios, ahí es donde nosotros tenemos que predicar la verdad. Ahí es donde tenemos que manifestar o que Cristo nos dijo, oigan mi Palabra y síganla, van a tener la fuerza del Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque en esa lucha por el mundo, pero dentro del mundo, no podemos zafarnos de ese compromiso, en esa lucha muchas veces nos vamos a sentir desesperanzados, pero ahí está la palabra de Dios. Yo tengo que convertirme primero personalmente con la palabra de Dios, y ya después todo lo demás vendrá. Entonces yo seré testigo de Cristo, y ésa es la misión de la Iglesia, ser testigo de Cristo.

Testigo de Cristo no es sólo el templo y ver que la gente entra, testigo de Cristo soy yo en mi trabajo, soy yo en mi hogar, soy yo entre los amigos, soy yo en aquellos ámbitos en que las personas se reúnen para compartir. Ahí es donde yo tengo que ser testigo de Cristo. Por eso es que los discípulos salieron después de Pentecostés con una valentía increíble a dar a conocer quién era Jesús a un mundo que lo esperaba así con ansias… no, sufrieron mucho, pero descubrieron que su papel era ése.

Eso nos dará paz, y nos hará que nos identifiquemos con Cristo, sabiendo que nos ha prometido que tiene muchas moradas, para todos aquellos que siguen su Palabra, que quieren vivir honestamente, que quieren tratar a los demás como hermanos.

Que Dios nos ayude a vivir así, adorando al Señor, confiando en el Señor, estando cercano a los hermanos, pero siempre escuchando la palabra del Señor. Ojalá que cada día se conozca la Palabra del Señor. Pidámosle, que nos ayude a vivir así.

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