¡Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres!

¡Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres!

¡Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres!

…Vienen con alegría señor, cantando vienen con alegría Señor, los que caminan por la vida Señor, sembrando tus paz y amor… Así entonaba el canto de entrada la comunidad de Santa Lucía mientras la procesión de entrada avanzaba en esta mañana de domingo que todos sabíamos memorable y muy emotiva.

Domingo de la Palabra, domingo dentro del Octavario por la Unidad de los cristianos, domingo enclavado en el centro de las celebraciones por los 25 años de la visita de San Juan Pablo II a tierras cubanas… Domingo en que la comunidad parroquial de Santa Lucía, despedía y enviaba al P. Jorge Catasús Fernández su amado párroco por casi 28 años… Domingo en que el P. Camilo de la Paz Salmón Beatón era recibido por su nueva comunidad, por la comunidad parroquial de una de las parroquias más antiguas de la ciudad de Santiago de Cuba.

Mons. Dionisio García Ibáñez, el Arzobispo Primado, preside la eucaristía en la que además de los PP Catasús y Camilo, están los PP Osmany y Rafael Ángel. El Obispo recuerda que efectivamente toda eucaristía es fiesta de amor, fiesta de alegría en la que celebramos el misterio de nuestra salvación.

Las lecturas de este domingo (tomadas de Isaías, Pablo y el evangelio de san Mateo), nos hablan de luz y de llamada: “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierras y sombras de muerte, una luz les brilló”. Desde esta clave hará la reflexión Mons. Dionisio, recordando que hoy para nosotros también se hace realidad esa Palabra. Jesús es la luz que ilumina toda la realidad humana y es capaz de transformarla, que llama a sus discípulos y les compromete a ser ellos luz para todos a los que anuncien y lleven el mensaje de salvación; luz que invita a la conversión del corazón para poder dar testimonio de ella.

Luego llegaría el momento de hacer efectivo el anuncio. Primeramente, agradeció al P. Catasús esos 27 años durante los que cuidó, animó y amó a su parroquia e innumerables comunidades, a todos sus hijos, que encontraron y encuentran en él siempre atención, escucha, entrega, servicio… la donación de su vida, su testimonio fiel del amor de Dios para cada uno de sus hijos… de esa entrega infinita, dijo, habla el amor de toda su comunidad. El P. Jorge ahora cuidará de la comunidad de Santa Ana, la capilla del Arzobispado, pero allí estará para continuar recibiendo, acompañando, escuchando, aconsejando a todos sus hijos.

Luego al presentar al nuevo párroco, joven párroco, explicaba que por primera vez el P. Camilo estaría en una parroquia con templo, pues en sus seis años de sacerdote ha servido en las pequeñas comunidades de las parroquias de misión, en las que ninguna tiene templo. Pedía a la comunidad le acogiera y enseñara en esta nueva etapa de su ministerio, teniendo la certeza de que va a ser bien acompañado y ayudado por todos.

El acto simbólico de intercambio de posición entre los dos sacerdotes fue sellado con el aplauso de todos los fieles.

Ya al terminar la eucaristía, ambos sacerdotes hablaron a la comunidad.

El P. Jorge con su sencillez, agradeció a Dios que le ha permitido vivir tantos años con esta comunidad, dio gracias por todo lo que ha recibido de ellos a lo largo del tiempo… pidió perdón por las veces que pudo no haber estado al servicio de las comunidades. También pidió le acompañen con la oración en la nueva llamada, la nueva misión a él encomendada por el Arzobispo, y que acompañen al P. Camilo que comienza a cumplir su misión entre ellos.

El P. Camilo al comenzar sus palabras reconoció que el P. Catasús y su ministerio es para él una escuela, y así lo asume. Dio gracias a Dios por contemplar una comunidad que ama a su pastor y a la que quiere entregar su juventud, una comunidad con la que desea caminar afirmando como el salmista, “el Señor es mi luz y mi salvación”.

La eucaristía terminó… luego vendrían abrazos, fotos, y buenos deseos a ambos sacerdotes; dos sacerdotes de generaciones distintas que han puesto su mirada en Aquel que un día los eligió y llamó, al que anuncian con su entrega generosa y fiel. Una misma comunidad,

¡Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres!

Por: María C. López Campistrous

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