Irradia, emisión del 11 de diciembre del 2022

Irradia, emisión del 11 de diciembre del 2022

Transmitido por RCJ y CMKC
Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Tercer Domingo de Adviento

“Vayan y digan a Juan lo que han visto y oído: los ciegos reciben la vista y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio” Mateo 11, 4-5

(Música,  Los ciegos ven, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios. Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba. Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad. Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús. Irradia está contigo, irradiando la fe.

 (Música,  Los ciegos ven, Javier Brú)

 Nuestra invitada nos ayudará a reflexionar sobre el Evangelio de hoy.

 Buenos días a todos los que nos escuchan.  Gracias por permitirnos entrar en sus hogares, en esta mañana del domingo, para compartir la Palabra de Dios. 

Estamos en el Tercer Domingo del tiempo de Adviento, ese tiempo que nos ayuda a prepararnos para la fiesta que se avecina, el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.  En la liturgia católica este domingo es conocido también como el domingo de la alegría, ya veremos por qué.

Si recordamos algo de lo que hemos escuchado en los domingos anteriores, nos encontramos con que el primer domingo en el que se habló de preparar, ésa es una palabra clave de este tiempo.  Ese día se hizo referencia a algo concreto: la llegada del diluvio y la construcción del arca para cuando llegara lo que se estaba anunciado, y también se hace una observación: hay que estar en vela porque no se sabe el día ni la hora.

El segundo domingo, nos dejó un claro llamado a la conversión, otra palabra clave del Adviento; hay que estar preparados, pero no solo construyendo algo, no solo necesitamos una preparación material, sino que es muy importante cambiar desde nuestro interior, eso es conversión. Hoy es el tercer domingo y se nos habla de la alegría y la esperanza. Entonces, no sólo hay que estar preparado, tenemos que convertirnos, y también debemos esperar con Esperanza.

Escuchemos lo que nos dice el Evangelio de Mateo, capítulo 11, versículos del 2-11.

Lectura del evangelio de san Mateo  capítulo 11, 2-11

Sí, aunque parezca una redundancia, no es lo mismo esperar sin más, que esperar confiados en lo que se espera. Juan a quien la tradición llama también El Bautista, había estado anunciando que venía alguien que era más grande que él. Y hemos escuchado en el Evangelio de Mateo, que como no podía ir en persona a preguntar o a indagar, a enterarse quién era ese del que todos hablaban, mandó a preguntar. Pero Jesús no le responde como quizás él o los que él mandó, y hasta nosotros, hubieran esperado que les respondieran. No, Jesús se remite a una profecía de Isaías, que aparece en la primera lectura de hoy. Y les dice que vayan y le digan que hay ciegos que ven, sordos que oyen, cojos que andan, y pobres a los que se les anuncia la Buena Nueva.  Juan tenía esperanza en lo que esperaba, sabía que esperaba al Mesías, y por eso él entendería las palabras de Jesús.

Pero no se quedó ahí, Jesús mueve a los que le escuchan a que se pregunten a sí mismos sobre Juan, y dice un elogio, para mí, un gran elogio, él es de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino

A ti que estás escuchando ahora, te digo, la Palabra de Dios es algo vivo, es algo que siempre tiene un mensaje, pero no cualquier mensaje. No el mensaje que yo quiero escuchar, que me conviene escuchar, no es un SMS, o un mensaje de WhatsApp que llega a los teléfonos con música bonita y estrellitas brillantes, no. El Mensaje que Dios viene a darnos es un mensaje muchas veces difícil de entender. Hoy, se nos invita a ser testigos de esperanza y alegría, en medio de un mundo en el que hay guerras, conflictos armados por territorios y por recursos naturales, un mundo en que aún hay enfermedades que matan, un mundo donde hay injusticias, pobrezas, miserias materiales y humanas; y un mundo en el que muchas veces aun los que nos decimos creyentes, hemos perdido la esperanza y no somos capaces de ver los prodigios de Dios entre nosotros. 

No es lo mismo esperar, que esperar con ESPERANZA. Esperar con la certeza de que Dios, nuestro Padre está con nosotros y colmará esa esperanza.  Es verdad, la solución a las guerras y los grandes conflictos no dependen ni de ti ni de mí.  Pero el conflicto que tengo en mi casa, o con los vecinos que tiran basura en mi patio, o con el que pone música alta todo el día, o con el que no respeta a los ancianos en el barrio. Ese conflicto lo tengo cerca y Dios me está pidiendo que abra los ojos y vea qué puedo hacer para mejorarlo. Él me está pidiendo que aliste mis oídos y escuche al que necesita ser escuchado, que enderece mis piernas y camine a dar la mano a quien más lo necesite aunque no me lo pida.  Que abra mi corazón y acoja al que está solo, aunque a mí me parezca un pesado o un aprovechado. Es difícil, es cierto, pero también es posible.

Como las personas del tiempo de Jesús, nosotros quisiéramos saber el día y la hora exacta en que llegará el Señor, nuestro Dios a decirnos: no hay más pena, no más aflicción.  Pero nos cuesta hacer el camino con esperanza y alegría.

Esperar con esperanza, es ver lo que realmente Dios quiere que veamos, y si no somos capaces de ver los milagros cotidianos, esos que están a nuestro alrededor, esa mañana hermosa que nos invita a levantarnos, a esos ciegos que abren los ojos al amor, a los sordos que escuchan y agradecen un mensaje de cercanía y de respeto aquí y ahora, entonces vana será nuestra espera.

La Navidad es un tiempo alegre.  Aun en medio de las dificultades, la gente se apresura a poner los arbolitos, los adornos, las luces, pero a veces me pregunto, ¿y el corazón? ¿Nos preocupamos por adornar el corazón, nuestro corazón, para que también esté listo para recibir al Salvador? 

Sí, ustedes y yo, estamos llamados a poner luces en el alma para que disipar la oscuridad que deja el egoísmo, la mentira, la envidia, la hipocresía. Pero sobre todo, estamos llamados a desterrar la desesperanza.

Aprovechemos este tiempo para pensarlo, nos quedan aún unos días para prepararnos y vivir la Navidad como quien espera el mejor de los regalos: la Salvación que nos trae el niño que nace en Belén, Jesús.

(Música,  A Cristo hay que vivirlo, Son By 4)

Les invito ahora a poner ante Dios nuestras súplicas en este día.

La Iglesia también necesita sentirse esperanzada. Pidamos por el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, para que sean testigos de la Esperanza que Dios trae cada día al mundo. Oremos. Te lo pedimos Señor.

Por los que gobiernan y guían a los pueblos, para que su entrega y su misión, trasmita siempre un mensaje de  esperanza  en un mundo mejor para todos. Oremos. Te lo pedimos Señor.

Por las familias, especialmente por las que están separadas, o divididas por las más diversas y a veces difíciles razones, para que por estos días, puedan acercarse, abrazarse y limar las asperezas que los separan. Oremos. Te lo pedimos Señor.

Por aquellos que por su consagración, trasmiten a tiempo y a destiempo la Palabra de Dios: sacerdotes, religiosas, religiosos, diáconos, para que el Señor les sostenga en su misión. Oremos. Te lo pedimos Señor.

Por estos días, viene a nosotros con mucha fuerza el recuerdo de los que ya no están. Para que Dios acoja a nuestros difuntos y les conduzca, perdonadas sus faltas, a su eterna morada. Oremos. Te lo pedimos Señor.

Les invito ahora a que cada uno presente en silencio su petición a Dios… Oremos. Te lo pedimos Señor.

(Música,  Sobre Todo, Aline Barrios)

Que el Señor acoja las súplicas que con humildad le hemos presentado. Y juntos invoquemos a Dios, con la oración que Él mismo nos pidió hacer.

Padre nuestro que estás en los cielos
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén

Quiero despedirme con un fragmento de una oración, que la tradición cristiana nos presenta en este tiempo:

Preparemos los caminos
-ya se acerca el Salvador-
Y salgamos, peregrinos,
Al encuentro del Señor.

Soy Mercedes Ferrera Angelo, les agradezco el habernos acompañado en esta mañana. Aprovechen el domingo para descansar, para encontrarse con los amigos, al menos para llamarse y conversar. Disfrútenlo y que Dios nos bendiga a todos.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Guión, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección general, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para

(Música, Sólo tu Nombre, Kiki Troia y Jon Carlo)

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