Irradia

Irradia

13 de noviembre del 2022
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario

“… den testimonio de mí… No preparen su defensa, yo les daré una sabiduría a la que no podrán resistir sus adversarios…Con su perseverancia se salvarán”.

Lucas 21, 5-19

(Música,  Piedra sobre piedra, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

 (Música,  Piedra sobre piedra, Javier Brú)

Para la reflexión de hoy contamos con la presencia de la hermana Soledad Galerón, religiosa Claretiana de nuestra Arquidiócesis de Santiago de Cuba. 

Muy buenos días a todos. De nuevo me llena de alegría el estar con ustedes para escuchar juntos y, compartir algunas reflexiones del texto del Evangelio que nos propone la Iglesia en la liturgia de este domingo.

Dios dirige su Palabra a la familia humana, porque quiere estar en una relación de amistad con nosotros… Su Palabra es luz para nuestro caminar; fuerza en las dificultades; dirección en nuestras búsquedas; sentido en la confusión; consuelo en el dolor y alegría en la tristeza. Sabemos que Dios, como Padre misericordioso, nos acompaña, por eso su Palabra nos sostiene y nos da serenidad y esperanza.  

Escuchemos la lectura del evangelio según san Lucas, capítulo 21, versículos 5 al 19.

Lectura del evangelio de Lucas capítulo 21, 5-19

Todos sabemos que, para poder comprender bien el significado de un texto, necesitamos conocer el contexto en que está escrito. Pasa lo mismo en una conversación. Cuando sacamos fuera de su contexto una frase dicha en una conversación o encontrada en una lectura, podemos perder o tergiversar el verdadero sentido de esa frase… Por eso siempre es importante cuando leemos un fragmento de la Palabra de Dios, saber el contexto dónde está ubicado…

Este texto que acabamos de escuchar, aunque con algunas variaciones, está presente en los evangelios de Mateo, Marcos, y Lucas. El pasaje se relaciona con el comienzo del discurso de Jesús sobre el final de los tiempos.

Jesús se encuentra en Jerusalén, en los atrios del Templo, en un ambiente de confrontación con los escribas, fariseos y saduceos que le rechazan. Se está acercando la hora de su Pasión…

Los evangelistas, antes del relato de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, colocan este discurso llamado “escatológico”. Con esta palabra  se refieren a los acontecimientos de los últimos tiempos…. Pero en el evangelio de Lucas, no tiene ese sentido, sino que, se refiere al tiempo de la Iglesia, a lo que están viviendo las comunidades cristianas durante el tiempo en que esperan la venida del Señor Jesús en gloria.

Este texto podemos entenderlo mejor mirando su estructura. Hemos visto que comienza con una especie de “introducción”, en la que se manifiesta la admiración por el magnífico templo construido por el rey Herodes el grande. Esta admiración por el Templo es el trampolín que usa Jesús para su discurso. En primer lugar las palabras de Jesús  nos ALERTAN a no fijarnos en las cosas que pasan y se destruyen. En medio de un mundo donde tantas cosas y personas se “descartan” y desaparecen como modas efímeras, nos invita a trabajar por lo que tiene consistencia de eternidad, por la vida definitiva.

Jesús en el discurso habla de la DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO y los apóstoles piensan en el fin de la historia ya está cerca… Pero Jesús además al predecir la destrucción de Jerusalén, que no será el fin de la historia, subraya, sobre todo, la EXPANSIÓN DEL EVANGELIO a las naciones del mundo… Estas son dos señales de la llegada de tiempos nuevos: el “viejo” templo destruido y el Evangelio anunciado a todos los pueblos.

Ante las palabras misteriosas de Jesús, los discípulos le preguntan: ¿Cuándo sucederá esto; cuál es la señal de que esto está para suceder? Jesús más que responder a sus preguntas les hace una  advertencia, que está destinada a todos nosotros: no se dejen engañar, no presten atención a quienes anuncian falsos Mesías que, serán aclamados por muchos de los que rechazaron al único Salvador.

Anuncia, también, situaciones difíciles y persecuciones que caerán sobre la minoría cristiana, que será rechazada, igual que Él, por su propio pueblo. Una serie de acontecimientos tremendos sucederán… por tanto hay que PERMANECER FIELES Y ESPERAR, mientras se va predicando, a todos los pueblos, la Buena Noticia de la salvación.

El fin del mundo no es inmediato, tiene que haber unos signos previos. Pero los signos enumerados no deben entenderse como fechas indicadoras del momento en que tendrá lugar… el objetivo fundamental de este discurso de Jesús es la exhortación a la VIGILANCIA, vigilancia para poder hacer frente a las tribulaciones e incertidumbres. El cristianismo vive en la historia de su tiempo y debe estar comprometido con ella. La presente generación cristiana será testigo de una gran prueba; para las comunidades cristianas será una época de persecuciones… Por eso hay que estar vigilantes, alertas, atentos… dispuestos a dar testimonio de Jesús en las pruebas permaneciendo fieles. El discurso termina con unas palabras de ánimo y la seguridad de que no estarán solos en el momento de la prueba, el Espíritu de Dios les asistirá.

El objetivo del discurso de Jesús es alertar a sus discípulos para que se preparen, primero para no dar crédito fácilmente a las alarmas de charlatanes o falsos mesías, ni a los rumores que generan confusión y desesperanza; y, el segundo, quiere animar su fidelidad ante la persecución para soportar la violencia y el dolor por parte de los enemigos del Reino. También es una invitación a hacer de estas circunstancias difíciles una oportunidad de dar testimonio.

PUDIÉRAMOS subrayar así, las alertas que Jesús nos da hoy:

No se dejen deslumbrar por la apariencia de las cosas pasajeras y  superficiales; no se dejen llevar por el deseo de llamar la atención, de ser “importantes”, de querer que se les tenga en cuenta, de que nos considere; no se dejen deslumbrar por ese tener, ambición de cosas, de puestos… porque todas esas cosas no tiene consistencia, sino, como nos dice Mateo, en su Evangelio, “las coroe la polilla” y desaparecerán.

La segunda advertencia de Jesús es no dejarnos engañar. Pidamos la gracia para estar prevenidos ante las trampas del enemigo y, prevenidos, también, de nuestros propios autoengaños, que son difíciles de detectar.  Ante la realidad que vivimos, ante lo que acontece en nuestro mundo; ante la multiplicidad de información… necesitamos lucidez y sinceridad. Necesitamos aprender a contemplar la realidad que nos rodea y nuestra propia realidad, con el corazón misericordioso de Dios… Pidamos la gracia para saber distinguir los signos de los tiempos y comprometernos más con la misión a la que  Jesús nos llama: ser para todos, presencia de la compasión y del amor de Dios. Pidámosle que nos conceda reconocer y cargar con nuestra propia fragilidad y, caminar junto otros, perdonándonos y animándonos mutuamente.

También nos exhorta Jesús a vivir confiando en Dios en medio de las dificultades, imprevistos, problemas que nos amenazan, porque como dice San Pedro en su carta, “Dios Padre se interesa y cuida de nosotros”. Jesús nos invita sobre todo a vivir confiados fieles en la fe, perseverando en su seguimiento, y a la escucha de su Palabra.

Otra de las “alertas” que Jesús nos da es a estar siempre en una vigilancia activa. Una vigilancia en la que no basta hablar de la fe, sino que esta fe se manifieste en obras. El evangelio de hoy, nos apremia a estar preparados. Cada uno de nosotros ha de examinarse y discernir lo que le impide que su fidelidad a Jesús sea completa.

¿Cómo estar totalmente preparado para recibir a Jesucristo en cualquier momento en que nos salga al encuentro? ¿Cómo saber distinguir los signos de su presencia?

(Música,  Ser un misionero, DR)

Pongamos, ahora nuestro corazón, nuestros deseos, sueños y compromisos, en las manos de nuestro Padre Dios, y oremos con confianza. A cada oración responderemos: Te lo pedimos, Señor.

Te pedimos, Señor, por la Iglesia, extendida por todo el mundo, para que cada uno de los que la formamos, vivamos con fidelidad nuestra fe y, seamos testigos con nuestra vida del amor misericordioso de Dios para con todos. ROGUEMOS AL SEÑOR. Te lo pedimos Señor.

Concede, Señor al papa Francisco y a nuestro obispo Dionisio, la luz y la fortaleza que necesitan para acompañar, por los caminos del Evangelio, a las comunidades que les has confiado. ROGUEMOS AL SEÑOR. Te lo pedimos Señor.

Ayúdanos, Señor, a no dejarnos “deslumbrar” por las cosas que llaman la atención, que están de moda, pero no nos hacen mejores personas ni cristianos más comprometidos. ROGUEMOS AL SEÑOR. Te lo pedimos Señor.

Te pedimos Señor, por todos los que dirigen las naciones, para que con honestidad busquen el bien común y no se aprovechen de sus posiciones para enriquecerse a costa del sufrimiento y la carencia de la mayoría. ROGUEMOS AL SEÑOR. Te lo pedimos Señor.

Señor, Jesús, que nos invitas a estar vigilantes y preparados para que podamos hacer frente, con fe y esperanza a las pruebas y las persecuciones que nos salga al paso. Que tu Espíritu fortalezca nuestra debilidad. ROGUEMOS AL SEÑOR. Te lo pedimos Señor.

Te pedimos Señor, por todos los que, por unos motivos u otros, tienen que abandonar su patria, su familia, su cultura y por sus familiares. Protégelos con tu amor y seguridad. ROGUEMOS AL SEÑOR. Te lo pedimos Señor.

Ponemos en tus manos a todos nuestros difuntos, que tu misericordia les conceda el gozo eterno. ROGUEMOS AL SEÑOR. Te lo pedimos Señor.

Y ahora, con alegría, rezamos la oración que Jesús nos enseñó:

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdónanos nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal.

Amén

Soy María Soledad Galerón, misionera claretiana, y les deseo que el evangelio de este domingo, con el que casi finalizamos el año litúrgico, les fortalezca en la esperanza y el compromiso de permanecer fieles, vigilantes y preparados para recibir al Señor cuando se nos manifieste en los acontecimientos sencillos de la vida cotidiana.

Esperamos que, domingo tras domingo, sigan sintonizando con nosotros, para dejarnos “irradiar” por la Palabra de Dios…

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Guión, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.

Dirección general, María Caridad López Campistrous.

Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung

Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para

(Música, Enciéndeme, DR)

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