Irradia

Irradia

Irradia, emisión del 4 de septiembre de 2022
Transmitido por RCJ y CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Vigésimo Tercer domingo del Tiempo Ordinario

Quien no carga con su cruz y me sigue, no puede ser discípulo mío.” Lucas 14, 27

 (Música, Si alguno quiere seguirme, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

 (Música, Si alguno quiere seguirme, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la SBIM Catedral de Santiago de Cuba

 Señor dios de quien nos viene la redención y a quien debemos la filiación adoptiva, protege con bondad a los hijos que tanto amas para que todos los que creemos en Cristo obtengamos la verdadera libertad y la herencia eterna.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, siempre es un gusto, un placer,  poder compartir con ustedes este domingo la Palabra de Dios. Domingo XXIII del Tiempo Ordinario. El evangelio que nos propone la liturgia de hoy está tomado del evangelista San Lucas, en el capítulo 14, versículos del 25 al 33.

(Lectura del evangelio de San Lucas, capítulo 14, 25-33)

La primera lectura de este domingo está tomada del Antiguo Testamento, del libro de la Sabiduría. Y nos recuerda algo muy importante que a veces olvidamos los cristianos y es que la sabiduría, es buscar siempre la voluntad de Dios en nuestra vida y la fuerza de Dios para poder seguirla, para poder seguir la voluntad de Dios. Cuando leemos el Antiguo Testamento, sobre todo los libros sapienciales, nos lo dejan muy claro. Sabiduría no es tener mucho conocimiento, sino es saber cómo utilizamos ese conocimiento siguiendo siempre el camino que Dios tiene para nosotros.

La sabiduría que le pidió Salomón al Señor cuando Él le dijo, pídeme lo que quieres, dame sabiduría, pero no la sabiduría simplemente humana, sino la sabiduría para saber utilizar esa sabiduría humana, que recibimos de Dios por supuesto porque todo lo recibimos de Dios; cómo utilizarla de manera tal que podamos cumplir su voluntad que es hacer siempre el bien, que es ayudarnos los unos a los otros, que es compartir lo que hemos recibido con lo que otros también han recibido del Señor para complementarnos. En la diversidad está la riqueza en cuanto somos capaces de complementarnos los unos a los otros.

La segunda lectura es la carta del apóstol San Pablo a Filemón. Filemón tenía esclavos, Onésimo se escapó cuando tuvo la oportunidad. ¡Quién no se escapa de la esclavitud! Pero se encontró con Pablo, que estaba preso en Roma, y Pablo lo llevó a la verdadera libertad, la liberad del Espíritu, el encuentro con Cristo. Por eso cuando Pablo le escribe a Filemón, le dice, lo he engendrado; Pablo lo engendró en el Espíritu, porque lo hizo nacer de nuevo, por el bautismo, como hijo de Dios, por el agua y el Espíritu Santo.

Pero Pablo, que podía haberse quedado con Onésimo, prefirió devolverlo a Filemón. Pero ahí está algo extraordinario. Hay quien acusa a Pablo, porque nunca habló contra la esclavitud, pero Pablo no necesitaba hablar contra la esclavitud. Pablo predicaba el evangelio, el evangelio de Cristo que murió por nosotros, para hacernos hijos de Dios a todos, en el único Hijo que es Jesucristo Señor y Salvador, hermanos unos de otros. Y eso se lo recuerda Pablo a Filemón cuando le devuelve a Onésimo, te devuelvo a un hermano. Pablo estaba dinamitando la esclavitud desde dentro, porque si le devolvía a un hermano ya no podía ser esclavo, por eso también dirá ya no hay esclavos ni libres, hay hermanos. Deberíamos leer con mucho cuidado y detenimiento esta Carta de Pablo a Filemón, es interesante. Predicar el Evangelio, y el Evangelio lleva en sí todo, porque nos llama a amarnos, a perdonarnos, a acogernos, a ayudarnos, a escucharnos.

En el Evangelio de hoy el Señor nos recuerda algo que también tenemos que tener en cuenta los cristianos de manera muy particular. El que quiera ser su discípulo debe de estar dispuesto a negarse a sí mismo, a cargar con su cruz cada día y a ponerse en camino. ¿Por qué? Porque no es el discípulo mayor que el Maestro y si el Maestro encontró tantas dificultades, si el Maestro fue perseguido, si el Maestro fue crucificado, si murió… También nosotros los discípulos si queremos seguirlo, si queremos ser fieles, si queremos anunciar la Buena Nueva, entonces tenemos que estar dispuestos a aceptar las consecuencias que esa opción trae consigo.

El anunciar el bien siempre trae consigo dificultades porque habrá quien no quiera oír hablar del bien. Hablar de la fraternidad siempre traerá problemas porque habrá quien no quiera porque habrá quien no quiera escuchar de la fraternidad. Hablar de que todos somos hijos de Dios, y como somos hijos de Dios somos hermanos los unos de los otros, siempre trae dificultades. Entonces, tenemos que estar dispuestos a asumirlas si queremos seguir al Señor. Si solamente queremos seguirlo en los momentos en que no hay ningún tipo de dificultad, si creemos que por ser cristianos y anunciar la Palabra de Dios todo va a ir como sobre una balsa de aceite, entonces no perseveraremos. Porque cuando llegue el momento de prueba nos echaremos atrás.

El Señor sintió temor; sintió temor ante lo que le esperaba en Jerusalén, por eso en el huerto de los olivos dirá, Padre si es posible que pase de mí este cáliz, pero le agregó lo que a veces nos falta agregar a nosotros cuando pedimos, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya. La verdadera sabiduría de la que nos habla la primera lectura. Sudó gotas de sangre, sintió angustia, pero siguió adelante con la fuerza que venía de lo alto porque su Padre no lo abandonó.

Si estamos dispuestos a seguir al Señor, si estamos dispuestos a cargar nuestra cruz cada día, si estamos dispuestos a hacer la voluntad de Dios. Que eso significa negarnos a nosotros mismos, no seguir mi camino sino el camino de Dios; cuando sigo el camino de Dios nunca me equivoco y entonces encontraré a fuerza para seguir adelante. El Señor no me librará de las dificultades, pero me dará la fuerza para poderla sobrellevar, para poder seguir adelante, para poder levantarme, para poder llegar si es necesario hasta el calvario, sabiendo que al final vencerá el bien y la verdad, que resucitaremos vencedores del mal y de la muerte porque antes que nosotros resucitó nuestro Maestro, vencedor del mal y de la muerte. Cuando parecía que todo se había acabado, cuando parecía que había sido derrotado, que había fracasado, el Señor estaba venciendo a aquellos mismos que lo habían llevado a la cruz, aquellos mismos por los que también había muerto en la cruz. Eso no podemos olvidarlo, el Señor no murió en la cruz sólo por los que lo siguieron y fueron fieles, sino por los que lo persiguieron, por los que lo acusaron injustamente, por los que lo crucificaron; por ellos también murió y también resucitó para darles, para darnos la oportunidad de vencer en nosotros y en el mundo el mal y la muerte, porque el mal no tendrá la última palabra.

Las lecturas de este domingo nos hablan de la sabiduría. Pidamos al Señor la verdadera sabiduría, descubrir cuál es su camino, y encontrar en Él la fuerza para seguir ese camino que es siempre el camino del bien y de la verdad. Que seamos capaces siempre de predicar el Evangelio, el Evangelio de Cristo, no nuestro evangelio. Cuando predicamos el Evangelio del Señor, cambiamos el mundo porque anunciamos el amor, la fraternidad que somos hermanos los unos de los otros, que hemos sido rescatados y redimidos a un precio infinito, el de la sangre de Cristo derramada en la cruz. Pero tenemos que estar dispuestos a aceptar las consecuencias de ser cristianos, de aceptar la voluntad de Dios en nuestra vida, de seguir su camino cada día. Que encontramos dificultades, pero no estaremos solos, el Señor estará con nosotros, Él será nuestro Cirineo que nos ayudará a llevar la cruz. Que también encontraremos en este camino alegrías, la alegría profunda de hacer el bien, la alegría profunda de amar, la alegría profunda de procurar un mundo mejor en el que podamos vivir como hermanos los unos de los otros.

Entonces pidámoslo así hermanos míos en este domingo. Señor dame tu sabiduría, Señor que encuentre en ti la fuerza, Señor que sea capaz de ser fiel en tu seguimiento a pesar de las dificultades que encuentre porque Tú vas conmigo; y si Tú vas conmigo entonces nada me falta. Que así el Señor nos lo conceda.

(Música,Gracias,DR)   

Hermanos, renovemos nuestra profesión de fe, pidiendo al Señor que nos ayude a vivir conforme a la fe que profesamos.

¿Creen en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra? R/ Sí creo.

¿Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó, y está sentado a la derecha del Padre? R/ Sí creo.

¿Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna? R/ Sí creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús, nuestro Señor. R/ Amén.

Ahora hermanos, presentemos confiados nuestras súplicas al Señor.

En primer lugar por la Iglesia, para que fieles al mandato de Cristo demos testimonio de su amor y su misericordia en medio de este mundo que tanto lo necesita. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que podamos encontrar en Cristo, consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Para que el Señor nos de la fuerza para dar testimonio de Él a pesar de las dificultades que encontremos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos, de manera particular por aquellos que nadie recuerda, para que el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos también por todas las familias, por nuestras familias, para que unidas en el amor puedan construir un mundo mejor. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que busquemos la verdadera sabiduría, que es el camino de Dios para cada uno y con la fuerza que viene de lo alto podamos recorrerlo juntos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo, estas súplicas y aquellas que quedan en nuestros corazones pero que Tú conoces, te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor.  Amén

Ahora oremos hermanos con la oración que el mismo señor Jesús nos enseñó, en la que nos enseñó a llamar a Dios Padre, pero también a sentirnos hermanos, y serlo, unos de los otros.

Padrenuestro que estás en el cielo

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestri pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación,

Y líbranos del mal.

Amén

Hermanos todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús sacramentado, pueden hacer la comunión espiritual, rezando la siguiente oración. 

Creo Señor mío que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas, y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma; pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si te hubiera recibido, me abrazo y me uno todo a ti. Oh Señor, no permitas que me separe de ti. Amén. 

Un placer, un gusto, una alegría compartir este domingo con ustedes. Tengan todos un feliz domingo, que lo puedan disfrutar con su familia, con sus amigos. Aprovéchenlo, porque quizás en el resto de la semana el trabajo no les permite encontrarse tanto como desearan. Aprovecen el domingo, el día del Señor para también encontrarse con Él y en Él encontrarse con la familia, y con los amigos.

Que tengan también una feliz semana, y una feliz fiesta de nuestra Madre y Patrona la Virgen de la Caridad. El próximo jueves será su Fiesta, ahora estamos ya celebrando la Novena. Encomendémonos, encomendemos nuestras familias, encomendemos nuestra Patria a la Virgen de la Caridad. Ella que por tantos siglos nos ha acompañado, nos ha custodiado, nos ha consolado, nos ha fortalecido, nos ha llevado de la mano junto a su hijo Jesucristo.

Tengan todos un feliz domingo, una buena semana y una excelente Fiesta de nuestra Madre y Patrona, la Reina de Cuba, la Virgen de la Caridad.

Y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes, sobre sus familiares y amigos y los acompañe siempre. Amén.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel, de la catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Guión, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.

Dirección general, María Caridad López Campistrous.

Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung

Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo

Irradia…

(Música, Ven y me verás, Siervas)

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