Si, quiero

Por: Mercedes Ferrera Angelo
fotos: Aliuska Ponce

El pasado sábado 25 de junio, en la tarde, en la capilla de La Anunciación, en el distrito José Martí, parroquia Cristo Rey en Santiago de Cuba, se reunió la comunidad parroquial y de un poco mas allá, para acompañar a una de sus hijas quien pronunciaría sus votos perpetuos como religiosa: Dolores Yamilé Quesada       

La historia de lo que allí se vivió, comenzó hace muchos años, cuando las Hermanas del Instituto Dolores Sopeña, recién llegadas a Santiago de Cuba comenzaron su trabajo misionero por la zona del barrio San Pedrito, en muchos sentidos, alejado del centro de la ciudad.  Entre los niños que se fueron acercando estaba Lola, como todos allí la conocen.  En esta noche de sábado, esta joven mujer, con mucho de niña todavía, ha dicho que si a Dios ante el Sr. Arzobispo, Mons. Dionisio García que presidió la ceremonia, el P. Darío Pawłoski, sacerdote misionero polaco que atiende la comunidad, sus Hermanas Catequistas Sopeña, sus padres y hermanos y ante toda la comunidad que desde aquellos primeros momentos la viene acompañando.

La frase “Tu, mi fuente”, escogida como lema por la Hna. Dolores, estuvo presente de diversas maneras en el cuidadoso arreglo del lugar, abarrotado esta tarde de personas venidas de cerca y de lejos con un mismo objetivo, acompañar  a esta miembro de su comunidad, en un momento tan importante. 

Durante la homilía, Mons. Dionisio habló de la esperanza que un momento así deja en nuestra Iglesia.  Recordó que cuando él llegó a Santiago de Cuba, existían dos comunidades allí: Ntra. Sra. De Belén y San Francisco Javier, comunidades de misión y misioneras ellas mismas que funcionaban en dos apartamentos.  También recordó que antes de eso, en los inicios del barrio, no estaba permitido poner imágenes religiosas en las viviendas.  Pero, reflexionaba, con el tiempo hemos llegado hasta aquí cuando una hija de este barrio, esta noche, proclama sus votos perpetuos ante todos nosotros.  Es la acción de la Gracia de Dios actuando en su pueblo.

La ceremonia contó con varios momentos muy significativos: la petición de ella a la superiora para proclamar sus votos perpetuos, el escrutinio, la aceptación, la entrega de un anillo que cierra toda esta ceremonia. Pero quizás lo más emotivo fue que allí estaban las personas que caminaron junto a ella todos estos años, los que compartieron la misión durante años, con lluvia o con sol, en la zona de Guamá; los que le acompañaron luego en el camino vocacional, los nuevos que se han ido incorporando y forman parte del grupo de adolescentes y jóvenes con quienes trabajó en su última etapa aquí.  Eso dice mucho de una comunidad, de su gente, del  trabajo que hacen, de lo que viven y de lo que sienten. 

Damos gracias a Dios por este acontecimiento.  Y pongamos ante nuestra Madre de la Caridad, quien como expresó el P. Dario en sus palabras de agradecimiento, une a los pueblos de Cuba y Polonia, nuestra intención por la vida y el trabajo de la Hna. Dolores Yamilé, por la misión de las Hnas. Sopeña en nuestra arquidiócesis y por las vocaciones que han nacido y nacerán del seno de nuestra Iglesia, para que muy pronto podamos acompañar a otros jóvenes que como ella, digan ante Dios y su comunidad: SI, QUIERO.

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