TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA

TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA

DIA 25 DE SEPTIEMBRE 2021

AÑO 1855

Día 25. Las cartas que Claret escribió primero a Don José Caixal, y luego ya Obispo de Urgel, fueron numerosas. En muchas de ellas el asunto principal era el buen funcionamiento de la Librería Religiosa. Esta carta que hoy escribe a su muy apreciado hermano y querido amigo, fuera de su Diócesis y desterrado en Ronda de Mallorca a causa de la política liberal y antirreligiosa de aquellos días, retrata de manera especial a Claret en su tarea pastoral como Arzobispo y, también, los sentimientos de un buen amigo.

“Muy apreciado hermano y querido amigo: acabo de recibir la de usted del 14 de junio, fechada en Ronda de Mallorca, no sé si diga con pena o con alegría, porque si bien es verdad me da pena la posición de la Iglesia en general, la de la diócesis de usted, y la de su persona; me da alegría ver a un amigo, compañero y hermano, como usted, en situación en que Jesucristo, nuestro divino Maestro nos manda alegrar y regocijar. No tenga a mal que le traiga a la memoria aquellas palabras del Evangelio de San Lucas: “Bienaventurados sois cuando los hombres os odiaren, y cuando os arrojaren de la sociedad, y os ultrajaren, y condenaren vuestro nombre como un delito, a causa del Hijo del hombre. Gozaos en tales momentos y exultad; pues sabed que vuestra recompensa del cielo es grande. Por lo demás es lo mismo que sus padres estilaban hacer con los Profetas”. No permita dios que – como Obispos – seamos perros mudos que no hemos sabido ladrar cuando convenía. Dichoso usted que ha sido digno de padecer alguna contumelia por el nombre de Jesús. Feliz usted que, como viejo en la virtud, otro le sigue y le lleva al lugar que usted no quisiera; pero yo, como mozo, todavía me sigo yo mismo, y voy a donde me da la gana en mi Diócesis. Yo quisiera que usted me encomendara a Dios, porque privación y oración hacen una confección muy aromática. Jesucristo quiere que le acompañemos a la montaña de la mirra y al collado del incienso.

Anímese y si algo necesita, dígalo a Mosén Pedro Naudó y mande usted de su hermano pequeño. El de Cuba.”

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