TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA

TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA

DIA 4 DE AGOSTO 1849

NOMBRAMIENTO DE ANTONIO CLARET COMO ARZOBISPO DE SANTIAGO DE CUBA

El P. Antonio Claret está predicando los Ejercicios Espirituales a los sacerdotes de la ciudad de Vich.
Finalizada la plática de la tarde de ese día 4 de Agosto, le indican que tiene que ir a ver al Sr. Obispo de Vich, Monseñor Luciano Casadevall. El le comunica que el Papa Pío IX le ha nombrado nuevo Arzobispo de Santiago de Cuba.
Se abría así una nueva y nunca imaginada etapa en la vida de Antonio Claret.
Pero, una vez más, nos acercamos a la Autobiografía para conocer más detalles de este acontecimiento.
Del nombramiento y aceptación del Arzobispado de Santiago de Cuba

“Espantado del nombramiento, no quise aceptar por considerarme indigno e incapaz de tan grande dignidad, por no tener ni la ciencia ni las virtudes necesarias. Y, reflexionando después más detenidamente, pensé que, aunque yo tuviese ciencia y virtud, no debía abandonar la Librería religiosa y la Congregación que acababan de nacer. Así es que con el mayor esfuerzo rechazaba todas las instancias que me hacían el Señor Nuncio de Su Santidad, el Excmo. Señor Brunelli y el Señor Ministro de Gracia y Justicia, don Lorenzo Arrazola. Viendo estos dos Señores, el Nuncio y el Ministro, que de mí no podían sacar partido, se valieron de mi Señor Prelado, el Señor Obispo de Vich, a quien tenía la más ciega obediencia, y este Señor me mandó formalmente que aceptara” (Aut. 495)

En la carta que Antonio Claret escribió desde Vich al Nuncio del Papa en España Monseñor Brunelli el 12 de agosto de 1849 aducía otra razón que revela su inmenso espíritu misionero: “Así yo me ato y me concreto en un solo Arzobispado, cuando mi espíritu es para todo el mundo; ni aun en este punto pequeño del globo podré predicar tanto como quisiera, porque he visto con mis propios ojos los muchos negocios a que tiene que atender un arzobispo”.

En la carta que  Monseñor Luciano Casadevall, Obispo de Vich,  le escribe se lo dice claramente: “Ni uno ni otro (el Nuncio Brunelli y el Ministro Arrazola) quieren valerse de la palabra “mando”, pero razones darán que, si usted las pesa con la madurez que le corresponde, equivalen a un formal precepto… Habiendo consultado este asunto con la Virgen Santísima de Montserrat, me atrevo a asegurar que resistirá usted a la voluntad de Dios si su resolución es negativa por cuyo motivo, ya que aquellos señores quieren abstenerse por delicadeza de dirigir a usted una mandataria, me adelanto yo a decirle que, en cuanto puedo, le mando que acepte arzobispado”.

“Este precepto me estremeció. Por una parte, no me atrevía a aceptar, y, por otra, quería obedecer. Le supliqué que me dejara recoger unos días en oración antes de responder, y me lo concedió; y al mismo tiempo reuní a los Señores D. Jaime Soler, D. Jaime Passarell, D. Pedro Bach y D. Esteban Sala, sacerdotes todos muy sabios y virtuosos y de toda mi confianza, y les supliqué que me encomendasen a Dios y que esperaba de su bondad que el último día de mi retiro, que iba a emprender, me dirían lo que debería hacer: o aceptar, como me mandaba el Señor Obispo, o resistirme completamente. Vino el día señalado, y, después de haber conferenciado entre sí, resolvieron que era la voluntad de Dios el que aceptase, y yo acepté el día 4 de octubre, dos meses después de haber sido electo” (Aut. 496)

“Aceptada la elección que hizo de mi pobre persona Su Majestad, al momento se practicaron las diligencias de costumbre y marchó el expediente a Roma.

Entre tanto me ocupaba en las mismas funciones que antes: en dar ejercicios al Clero, estudiantes, Monjas y paisanos. En este tiempo hice los ejercicios al Clero de Gerona e hice la Misión en la Ciudad, predicando todos los días desde un balcón de Casa Pastors a un gentío innumerable que ocupaba la plaza, escalinata y atrio de la Catedral, calles inmediatas y demás gentes, que se colocaban por los balcones, ventanas y azoteas de todas aquellas casas” (Aut. 597)

“En estos días, Dios Nuestro Señor me hizo saber cosas muy especiales para su mayor gloria y bien de las almas.
Fui preconizado, vinieron las bulas de Roma a Madrid y, despachadas competentemente, de Madrid las llevaron a Vich los señores D. Fermín de la Cruz y D. Andrés Novoa, Pbros. muy ejemplares. Entre tanto yo me preparé con unos ejercicios espirituales de muchos días, en que escribí un Plan de vida para mi gobierno, y, así preparado y dispuesto, recibí la Consagración, que recibí en Vich, como diré en la tercera parte, Dios mediante” (Aut. 498)

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