La Cuaresma: un tiempo privilegiado

La Cuaresma: un tiempo privilegiado

Por: P. José Manuel Hernández

La Cuaresma es un período de renovación e intensificación de la vida cristiana. La vida del cristiano debería a una observancia cuaresmal. La Cuaresma no tiene un rostro triste y macilento, sino todo lo contrario, significa un tiempo en que se vive con toda su pureza e integridad la vida cristiana, o por lo menos se intenta seriamente. En este tiempo sería preciso añadir unas prácticas penitenciales que compensen y borren las negligencias cometidas en lo restante del año.

He aquí una primera lista indicativa de cosas que podrían o deberían hacerse para alcanzar los objetivos de la Cuaresma. Ante todo reprimir los vicios, luchar contra ellos denodadamente y, si es posible, extirparlos de raíz. El otro consiste en plantar y cultivar las virtudes e intensificar la oración privada, haciéndola más frecuente en este tiempo.

Las prácticas cuaresmales no revisten un carácter tenso, penoso y triste, sino ágil y gozoso; no son un peso suplementario impuesto por la ley, sino muestras de generosidad que cado uno espontánea y libremente da al Señor.

La Cuaresma se va inundando de luz y de alegría Pascual. Al fin y al cabo, todas sus penitencias, no son más que una preparación para el gran día, la solemnidad de las solemnidades. es esa esperanza, ese deseo poderoso que nos lleva al gozo del Señor resucitado.

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