Maury Hernández: un surtidor de vitalidad

Maury Hernández: un surtidor de vitalidad

Por: Noel Pérez García, CCAM

No parece haber obstáculo demasiado grande para Maury. No lo fue el recomenzar una vida en la Isla de la Juventud, con tres hijos y un cuarto que pronto llegaría. No lo fue el fundar institutos politécnicos, el dirigir las Artes Escénicas en el municipio, el retomar sus sueños relacionados con la ingeniería mecánica. No lo fue la aparición de una enfermedad que le iría arrebatando la visión. No lo fue el regresar a su Santiago de Cuba natal, ya prácticamente ciego, para aprender a vivir otra vida.

No parece haber obstáculo demasiado grande para el optimismo de Maury. No es de quejarse. Es de crear. Y así, desde ese mundo muy personal de las personas invidentes, nacen sus poemas, sus cuentos, nace un proyecto como Homero, que busca visibilizar a las personas con discapacidad, y mover conciencias y acciones para lograr una ciudad más inclusiva hacia ellas.

Maury tiene 73 años. Es ciego. Pero ni lo uno ni lo otro son obstáculos suficiente para un hombre que día a día sale a enfrentarse a una ciudad agresiva, y lo hace con una alegría, con un entusiasmo que contagia nada más conocerlo.

Y por ello Maury Hernández Correoso fue el invitado al El patio de los sueños, espacio cultural que regresa al cronograma de actividades del Centro Cultural y de Animación Misionera San Antonio María Claret (CCAM), luego del necesario confinamiento por la situación epidemiológica nacional.

Para conocer a Maury, no alcanza una hora, ni dos. Acaso ni siquiera cinco años. El río de su vida se ha nutrido de muchos afluentes y hacen de él un surtidor de anécdotas, de experiencia, de consejos, de vitalidad. No alcanza una hora para conocer a Maury; pero basta escucharlo hablar unos minutos, para aprender a admirarlo, para sentir que su vida, es un ejemplo de resiliencia digno de imitar.

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