Tanto amó Dios a Cuba…

Por: Marisel Isaura Vizoso Ramos

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 27 de enero de 2017 / Con la absoluta certeza de que no existe la casualidad, hago esta nota al vuelo, inspirada en el Grito de Dios en el Silencio, el cual, al escucharlo me hizo sentir indescriptiblemente feliz, creo que gozosa si no fuera ocasión de pecado, y el Amor de Dios no es pecado.

En el marco del Octavario por la unidad de los cristianos, que entre los días 18 y 25 de este mes de enero de 2017 celebramos los católicos, tuve la dicha el lunes 23, de facilitar el encuentro de seis hermanos de una de las Iglesias separadas de los EEUU (no me importó precisar cuál) pues encontré tanto amor y tantos deseos de ayudar al pueblo cubano (tal era la visa con que viajaron), con una de las comunidades cristianas de la zona de Guamá. Sabiendo que soy católica, me pidieron los llevara a conocer aquellos niños de la Comunidad de Nima Nima, de la Parroquia Cristo Rey de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba, a los que en febrero de 2016 habían enviado una ayuda que se tradujo en la entrega de ventiladores de mesa y colchones esencialmente.

¿Por qué a esos niños de Nima Nima, tanto los de la catequesis de la Comunidad como otros tan necesitados como cualesquiera de aquellos? El nexo viene de mi añorada época de misionera en esa comunidad allá por 2007-2008 por los cuales, niños y adultos, guardo un espacio en mi corazón.

¡GRACIAS! María, Kim, Susy, John, Lucas y Benjamín por hacerlos felices a ellos y a sus padres así como a otros miembros del pobladito.

¡GRACIAS SEÑOR, ciertamente, “Porque tanto amó Dios al mundo (y en él a Cuba) que envió a su Hijo Unigénito, para que todo el crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna”!

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