Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, 19 de noviembre de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, 19 de noviembre de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, 19 de noviembre de 2023

“Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene” Mateo 25, 29-30

Hermanos,

Estamos ya al final del Año Litúrgico, y estamos en el domingo 33 del Año Litúrgico, no queda el domingo que viene el 34, y después la fiesta de Cristo Rey, con la cual nosotros damos concluido el Año Litúrgico. Ustedes saben que el Año Litúrgico comienza con el Adviento y va recorriendo en un año precisamente la venida de Cristo en medio de nosotros, mejor dicho, más aún, el deseo de Dios de comunicarse con todos los hombres, y para eso envía a su Hijo Jesús que es perfecto revelador del Padre.

Si alguien quiere les pregunta dinos qué Dios nos quiere comunicar a los hombres, para entenderlo, si alguien le pregunta eso, ustedes le dicen busquen el Evangelio conozcan la persona de Jesús, y también vean como los cristianos a través de 20 siglos han ido descubriendo precisamente la revelación de Dios para los hombres, no solamente los cristianos. El pueblo hebreo en el Antiguo Testamento, era el pueblo de la Antigua Alianza, los bautizados los cristianos somos el pueblo de la Nueva Alianza. El Señor es el perfecto revelador del Padre.

Comienza el Adviento con el nacimiento del Señor Jesús, después continúa la Epifanía, los Reyes Magos, cuando fue bautizado, después viene la Semana Santa, después Pentecostés, y así en un año entero nosotros vamos recordando precisamente el Ministerio, el servicio que Jesús nos hizo a nosotros por voluntad de Dios su Padre, por hacer su voluntad, quería salvarnos, se entregó por nosotros, y un año recorremos toda esa historia de salvación.

Por eso de dos domingos celebraremos la fiesta de Cristo Rey, porque precisamente siguiendo a Pablo nosotros sabemos, que toda la creación ha sido recapitulada, será recapitulada en Jesús; entonces seremos igual que Él, semejantes a Él, mejor dicho, el Señor nos espera.

¿Qué nos quieren decir las lecturas de este domingo? Pero antes de entrar en éstas, vamos a entrar en las del domingo pasado, el domingo que pasado todos nosotros oímos aquella parábola de las diez vírgenes, cinco necias y cinco sensatas. En la misa con los niños de la catequesis fue simpatiquísimo y a la vez para mí alentador, al ver como esos niños sabían calificar, qué cosa era ser sensato y qué cosa era ser necio. De verdad que me impresionaron.

En su lenguaje, fuimos descubriendo, ellos fueron descubriendo, mejor dicho, y haciéndonos descubrir a nosotros la parábola. Las sensatas ¿quiénes eran? Las que tenían los pies en la tierra, la que eran previsoras, las que estaban en lo que tenía que estar, las que buscaban el cumplir lo que había que cumplir. Hay que esperar al esposo, pues vamos a tener las lámparas preparadas, no vamos encenderlas ni antes ni después, si las encendemos antes se pueden gastar, si las encendemos después quedamos mal. Tenerlas preparadas y estar dispuestas, eran personas que buscaban la verdad. Ampliando un poco el término, una persona sensata es la que busca el sentido de las cosas y que trata de buscar el bien, lo que conviene, lo que va a dar fruto, lo que nos va hacernos salir adelante en el bien.

Las necias es la que están, así mismo me dijeron los muchachos, es las que están en otra cosa, así me dijeron, es las que están en otra cosa y hay veces que nosotros los hombres estamos en otra cosa. En vez de buscar el sentido de la vida, el por qué hemos venido, el darnos cuenta que la vida es un regalo, es un don de Dios, nosotros nos dejamos, vaya obnubilar por cualquier bobería, y hay veces que la lucha, y la vida en la tierra es tan dura, que por atender la necesidad de primarias nos hace descuidarnos de otras cosas que son muy importantes o más importantes. Por eso que le pedimos muchas veces a Dios en la misa, que Dios nos ayude, como el domingo pasado que le pedíamos Señor, danos salud de alma y de cuerpo para que libres siempre nos pongamos a tu servicio con libertad. Qué lindo, así tenemos que ser todos hermanos, así, procurar siempre hacer la voluntad de Dios.

En el de hoy, fíjense bien que en aquel domingo se hablaba del novio que venía, es decir, había un fin ahí, venía el novio, comenzaba la boda, el banquete de boda. Ustedes saben bien que muchas veces en la Biblia, partiendo de Isaías, hay veces que el paraíso, la gloria de estar junto a Dios, se comparaba con un banquete, con una gran boda, un banquete de boda. Entonces en este se nos habla ya de un fin, y se dice que no estemos pendientes a cuando va a ser el fin de los tiempos, sino que en todo momento lo que tenemos es que ser sensatos y hacer lo que tengamos que hacer, y no estar en otras cosas como los necios.

Entonces en ese hacer lo que tenemos que hacer, en la primera lectura del libro de Proverbios se pone el ejemplo de una esposa, y se dice que el esposo está contentísimo con esa mujer que es capaz de llevar la casa, de atender, hasta de trabajar, ganar dinero, llevar a los hijos adelante. Entonces el esposo se siente radiante y esa esposa hace sensatamente lo que tiene que hacer. Recordémonos también, porque en esto de las imágenes en la Biblia es necesario tenerlo en cuenta siempre, que muchas veces se presenta a la Iglesia como la esposa de Cristo. Entonces, ¿qué nos quiere decir este pasaje? Que la Iglesia debe ser esposa hacendosa, que en todo momento quiere hacer la voluntad de Dios, a esa esposa el esposo la va a recibir con gozo y dará gloria a Dios diciendo, esta es la mujer que tú me diste Señor y esta mujer que yo protejo y que yo quiero. Sí hermanos el Señor a la Iglesia nos quiere recibir así, como un esposo quiere recibir una esposa querida.

Se nos dice que no pensemos mucho como dije ahorita en el fin de los tiempos, y yo diría que vamos a fijarnos mejor en nuestra vida diaria, porque nosotros vamos construyendo nuestra vida de tal manera, que para cuando llegue el momento, nosotros tengamos los recipientes de aceite bien llenos, para cuando nos acerquemos el Señor decirle Señor, he conservado el aceite, hay veces que con dificultades, otras veces he derramado un poco de aceite en el piso, otras veces lo cogí para cocinar, perdóname por todo esto, porque al final lo que quise era tenerlo siempre aquí para cuando Tú llegaras. Entonces nosotros tenemos que prepararnos cada uno de nosotros para cuando entremos al encuentro del Señor. Eso es lo que nos dice las lecturas de hoy.

El Evangelio lo corrobora, porque el Evangelio dice que el Señor nos da a todos utilizando esa parábola como fondo, como base, que el Señor nos da a todos, una encomienda, nos da unos tesoros, nos da una vocación, unos carismas, y que cada uno de nosotros tiene que ponerlos a producir, porque si no lo guardaríamos en un bolsillo y si no es decir, no, no cumpliríamos con la voluntad de Dios, que nos dijo esto te doy multiplica esta gracia que yo te doy. Hermanos esto que se dice de prepararnos para la muerte, de ser sensatos, mirar en el sentido de las cosas, de mi vida, de para qué estamos aquí, por qué no estamos, por qué hay sufrimiento o no.

Eso nosotros lo pasamos cuando la epidemia. Hay veces que nos dejamos distraer tanto que nos olvidamos de Dios, otras veces nos engreímos tanto que creemos que no necesitamos a Dios, y que aquí en la Tierra estamos construyendo un paraíso, y todos lo que estamos aquí presidiendo la Eucaristía y del lado de allá sentados en nuestras casas frente al televisor, todos nosotros sabemos que ese paraíso en la tierra no existe. Cuántas promesas los hicieron, y cuántos fracasos hemos tenido en nuestra vida, cuántas esperanzas infundadas que tal vez creímos y nos dejamos llevar, y hay veces que hasta abandonamos a Dios queriendo seguirlas. Con la pandemia tantas personas que desgraciadamente murieron, cuántas esperanzas inútiles. Ojalá que todos todas las que fallecieron, todos los que sufrieron la enfermedad, todos nosotros que estuvimos siempre en esa incógnita, me pasará a mí, me tocará a mí… Ojalá nos demos cuenta que todo lo que nos rodea pasa, nosotros pasaremos, pero el Señor no pasa, ni su palabra pasa, y el Señor nos ha dicho bien claro que hemos sido creados para Él y que algún día estaremos junto a Él. Por lo tanto, lo que Él quiere es que estemos junto a Él, nosotros procuremos hacer siempre la voluntad del Señor. Vamos a tener dificultades, vamos a pasar por encima de las dificultades. Vamos a tener éxito, no nos vamos a engreír con el éxito, vamos a ponernos a pensar y entonces a teorizar, y hemos teorizado tanto que hasta nos hemos olvidado de Dios, y no nos damos cuenta que sin Dios la existencia no tiene sentido.

Qué triste es pensar que hemos nacido en el tiempo y moriremos un tiempo después y ya. El otro día hablando con unos amigos, marxistas, podía decir ateos sin ser marxistas, me preguntaron sobre las indulgencias, ¿qué cosas significaban la indulgencia? Entonces bueno, yo le expliqué, que nosotros los cristianos creemos que nuestra vida tiene un inicio y un fin, y que nosotros tenemos que dar al final de nuestra vida, bueno, pues presentarnos ante Dios, pero que el pecado siempre deja una costra, siempre deja una un peso sobre nosotros nuestra alma. Si cada uno de nosotros nos podemos meditar que cuando desgraciadamente hemos hecho algo que no debemos eso, eso nos deja siempre algo, nos deja algo y vamos a pensar en cualquier pecado, por ejemplo, una infidelidad al final los esposos se reconcilian, pero siempre queda algo. Entonces yo les decía que precisamente la influencia plenaria, era para limpiar acabar eso, esa carga; que como Dios nos respeta a nuestra libertad, pues Él nos acoge, pero también quiere que no sea como la varita del hada madrina, pum. No, que también tú sientas y pases el proceso de lo maravilloso que es reencontrarte con Dios, y que precisamente la Indulgencia Plenaria nos ayuda a superar esa etapa. La respuesta de uno me dijo así, para nosotros los marxistas, no tenemos ese problema, no contamos con eso.

Es decir, eso tiene sus aristas. Yo creo que todos nosotros al final de nuestra vida tenemos que hacer ese examen de decir qué he hecho con mi vida, también seguir pidiendo perdón a Dios. Pero también que triste es, pasar una vida y al final irnos y ya, una vida que no pedimos, una vida que se nos ha sido dada, una vida que ha sido de lucha, que ha tenido como toda lucha aciertos, victorias, pero también derrotas; una vida que pasa en el tiempo, que lo único que queda el recuerdo. Es triste pensar que después de ese final no hay nada. Entonces nos preguntamos, y para qué vivir, si da lo mismo vivir que no vivir.

Entonces esa fiesta cercana de Cristo Rey, fin del año litúrgico, significa que toda la creación algún día será puesta en las manos de Dios, y que nosotros seremos entonces como esa multitud enorme del Apocalipsis y aquellos que estaban vestidos con blancas vestiduras lavados por la sangre de Cordero que estarán disfrutando en la mesa, en la Cena de las Bodas del Cordero.

El Señor nos da la vida porque nos ama y nos quiere, nos da nombre, nos quiere desde antes de estar en el vientre de nuestra madre, porque Él quiere que nosotros estemos junto a Él. Sigamos la Palabra de Dios que nos ilumina y nos guía, compartamos la Eucaristía que se hace presente anticipando ese banquete eterno, es Cristo Resucitado que se da por nosotros. Hermanos, vivamos estos momentos así, disponiendo nuestra vida y diciendo Señor, ayúdame a vivir según tu voluntad porque quiero presentarme ante ti con las manos no vacías, sino con unas manos llenas de obras de misericordia, de Acción de Gracias hacia ti. Que Dios nos ayude a vivir así.

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