Transcripción homilía de P. Juan Elizalde, párroco de Santa Teresita del Niño Jesús, Tercer Domingo de Pascua, 23 de abril de 2023

Transcripción homilía de P. Juan Elizalde, párroco de Santa Teresita del Niño Jesús, Tercer Domingo de Pascua, 23 de abril de 2023

Transcripción homilía de P. Juan Elizalde, párroco de Santa Teresita del Niño Jesús
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Tercer Domingo de Pascua, 23 de abril de 2023

“Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado. Y entró a quedarse con ellos.” Lucas 24, 29

Como los dos discípulos de Emaús que nos presenta el evangelio en este relato de ida y vuelta, cierta parte de nuestra sociedad, se encuentra agobiada, desanimada y desesperanzada. Hay muchas esperanzas y expectativas, pero, sobre todo, son esperanzas y expectativas superficiales, materiales, momentáneas, y muchas que no se cumplieron. Y, esa decepción, se ha convertido en una duda sistemática de todo, y sobre todo del pueblo.

Los discípulos de Emaús estaban un poco de la misma manera. Se encontraban desconcertados, desanimados, cabizbajos. Vuelven un poquito desorientados, y sin muchas perspectivas de una experiencia idílica, prometedora con Jesús hacia una “nada”, hacia un vacío existencial que derrumbaba sus ilusiones y esperanzas. Y todo esto, les hace tocar su propia fragilidad, orfandad y desesperanza.

¿Dónde está el Señor? ¿Ya le hemos dejado avanzar y caminar a nuestro lado? ¿No estaremos dibujando un mundo a nuestra medida sin evidencia o referencia alguna a la resurrección del Señor, a esa presencia viva y transformadora que nos levanta, nos anima, y nos fortalece? ¿Se dirige nuestro mundo, y sobre todo nuestra sociedad, hacia un bienestar permanente y duradero o sólo a corto plazo?

Mis queridas hermanas y hermanos, son interrogantes que surgen constantemente como fruto del desacierto, de la confusión, de la desesperanza de los discípulos del Emaús de nuestros días entre los cuales estamos nosotros. Regresamos, en ese viaje de ida y vuelta de la mañana a la noche, cada uno en su realidad, decepcionados de muchos panoramas, experiencias, encuentros y desencuentros que se nos van presentando a lo largo del día, de la semana, de los meses, en nuestra vida corriente, cotidiana, y son episodios fantásticos…y muchos de ellos resultan ruinosos, destructores, que nos aplastan.

Necesitamos volver hacia el encuentro con el Señor. Percatarnos que nuestro viaje de ida diariamente puede tener una vuelta a Él, y una vuelta en la esperanza, en el buen ánimo, en el optimismo, y en la certeza de que Él hace el viaje de vuelta con nosotros. No se trata de que el Señor resuelva en un santiamén nuestras peticiones o inquietudes.

En principio es necesario salir, regresar de la desesperanza. Cristo salió como el garante, el que ha apostado por nosotros, por nuestra salvación, por nuestra felicidad entera; pero nosotros seguimos huyendo cabizbajos, pesarosos, concluyendo que el Señor se ha olvidado de nosotros. Que no sentimos su mirada, ni experimentamos su fuerza. Pensamos que tal vez el Señor, como lo pensaron los discípulos de Emaús, murió y nunca resucitó. ¿Es válida nuestra fe? Podemos hacernos una pregunta ¿nos hemos acostumbrado tanto a la oscuridad y estamos permanentemente huyendo de la luz?

Pidamos al Señor, por intercesión de su Santísima Madre en este domingo, que seamos capaces de reconocer al Señor allí donde nos encontremos. No esperemos signos extraordinarios. Porque nada y a la vez todo, nos habla de Dios. Todo y a la vez nada nos muestra al Señor. Sólo basta el deseo de encontrarnos con Él, y este encuentro nos dará la certeza de que nada nos faltará.

Este no es juego de palabras y es la pura verdad: sólo quien vive con la percepción de que el Señor nos acompaña, es capaz de vivirlo intensamente. Eso es Pascua, de eso se trata la Pasca. Dejemos que los pasos del Señor marquen nuestro viaje de ida y vuelta, vuelta a la esperanza, a la felicidad, al optimismo, y a la certeza de que con Él todo es posible. Esto es Pascua.

¡Feliz Pascua! Estamos en Pascua. Amén.

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