Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Solemnidad de Santa María Madre de Dios 1 de enero de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Solemnidad de Santa María Madre de Dios 1 de enero de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Solemnidad de Santa María Madre de Dios
1 de enero de 2023

“Los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José,
y al Niño acostado en el pesebre” Lucas 2, 16

 Hermanos, 

Muchas felicidades en este año nuevo 2023 que hoy comienza. Vamos a pedir que esa bendición que Dios le dio a Aaron, a Moisés, a todo el pueblo de Israel; también caiga sobre nosotros, sobre nuestras familias, sobre nuestro pueblo. Que el Señor nos ayude a vivir así, sabiendo que el rostro de Dios está siempre ante nuestros ojos y que nos cubra su sombra.

Muchas veces venimos aquí al Cobre y decimos que el manto de la Virgen nos proteja. Y es cierto. Ese manto de Madre que nos arropa. Pero que el rostro de Dios ilumine nuestro rostro, para que esa revelación de Dios Padre, que Dios Padre nos ha hecho y nos ha hecho a través de su Hijo Jesús, esté siempre presente en nosotros y guíe toda nuestra vida.

Hoy es primero de año, 1 de enero. Primer día del año. Y sabemos que esta fiesta no es una fiesta eminentemente religiosa, es decir, es una fiesta profana. Todos los pueblos, celebran el inicio del año. Por lo tanto, una fiesta profana. En cada lugar también se le da un contenido religioso. Recuerden que lo religioso está íntimamente unido a lo humano, forma parte de la vida del hombre. Precisamente el problema, muchos problemas surgen cuando el hombre quiere desterrar a Dios, cuando lo religioso se quiere desterrar de la vida, y entonces también la Iglesia se asocia a esta festividad porque en ella tiene que decir algo.

Precisamente para pedirle a Dios, y por eso que está en la primera lectura que se lee el primer día del año, esa bendición. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros, que nos bendiga, nos proteja, nos conceda su favor. Eso es lo que le vamos a pedir a Dios en este primer día y es una petición que dura para el año entero.

Entonces, fijémonos bien que este es el primer sentido de esta celebración de hoy. El otro sentido, es que también la Iglesia ha querido que esa que es ese rostro de Dios que pedimos que se ilumine sobre nosotros, sea acompañada, acompañado por nuestra Madre, por la Virgen. Y por eso es que en las lecturas de hoy casi se repiten los mismos texto que el día de Navidad, casi los mismos textos, o por lo menos con el mismo contenido en la carta a los Gálatas. Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a todos los que estaban bajo la ley y recibirnos así como hijo de adopción. Por eso es que la Iglesia siempre dice y reconoce a María como Madre nuestra. Porque si somos hijos de Dios en Cristo Jesús y María es la Madre de Jesús, pues nosotros también nos podemos sentir muy bien. Teológicamente, muy bien expresado como Hijo de la Virgen también. Si en la Iglesia somos el cuerpo de Cristo y Cristo, la cabeza de la Iglesia y María es la Madre de Cristo, Cabeza de la Iglesia, entonces nosotros también podemos decir María es nuestra Madre, porque es la Madre de Jesús. Por eso es que también en el día de hoy se celebra ese título especial, particular, que sólo lo puede tener la Virgen, que es María Madre de Dios. ¿Por qué? Porque la Madre de Jesús, que Dios es Dios y hombre. Pero María es la Madre de Jesús y Madre de Dios. Ese es el segundo motivo de esta celebración.

Y el tercer motivo es que hace ya varias décadas, los Papas han querido que este día, como petición fundamental principal desde el comienzo del año hasta el último día del año, dedicado a pedir por la paz. ¿Por qué? Porque la paz es un don de Dios. ¿Qué más deseamos los hombres que haya paz cuando nosotros vemos tanto sufrimiento que hay en el mundo, tanto sufrimiento debido a la guerra? Y recordemos que la guerra es producto de que no queremos descubrir que somos hijos de Dios y hermanos unos de otros. Cuando eso se rompe, puede ocurrir cualquier cosa, aún entre cristianos. Cuando no nos descubrimos hermanos unos de otros. En este mismo momento el mundo está sacudido por la guerra de Ucrania. Dos pueblos cristianos, pero, sin embargo, cuando el egoísmo se mete, es capaz de producirse cualquier cosa. Y cuando el mal se mete., la vanagloria, la prepotencia se mete, cuando no consideramos al otro hermano, si no lo creemos superior al otro y queremos imponernos al otro, es el pecado más grande. Entonces ocurre la guerra. Y por eso es que los Papas han querido que la misa de primero de año sea dedicada a pedir por la paz.

Ustedes pueden hacer leer el periódico del día, o buscar los periódicos digitales que todo el mundo los tiene en su teléfono. Y van a ver que las primeras noticias siempre son de discordias. Casi siempre. Podemos decir que siempre, las discordias. Pasó tal cosa, los gobiernos se ponen de acuerdo, están trabajando por la paz, pero todavía no es posible. El lugar donde parecía que la historia había dado ya bastantes enseñanzas y muestras de decirnos que la guerra es una cosa inútil… Por eso. ¿Es decir, qué sentido tiene la guerra de Ucrania, Ucrania y Rusia, la invasión de Ucrania? ¿Qué sentido tiene? Dos pueblos, que los dos son hermanos, se consideran cercanos en cultura. ¿Qué sentido tiene esa guerra? Es fratricida en muchos aspectos, aunque tengan culturas diferentes, pero tienen un mismo origen. Han vivido mucho tiempo unidos, otras veces separados. Pero ¿eso es motivo para una guerra? Y si seguimos así, pues seguimos en Medio Oriente. No quiero meterme en otra religión y motivo. ¿Pero cuantas discordias hay entre los mismos musulmanes? ¿Cuántas hay? Si vamos a pueblos pobres empobrecidos, Sudán del Sur. ¿Cuánto hay de destrucción? Eso resuelve el problema, no lo resuelve.

Hermanos, cuántas familias divididas precisamente porque con la prepotencia de alguna de las partes. O por dejar que cada cual coja su camino y no importarnos. O porque el Estado interviene y quiere meterse él mismo, en la intimidad de la familia y quitarle a los padres la facultad y el derecho que tienen de educar a sus hijos como ellos creen. Ya eso empieza a meter discordia en la familia. O cuántos gobiernos quieren asumirse, el que detenta el poder, asumirse como el representante de todos y callar las otras voces. Cuántos… Ahí el rostro de Dios sigue brillando, pero le hemos puesto una sombrilla para que no nos brille sobre el rostro, brille sobre otro lado. Y lo justificamos. Lo justificamos fácilmente: Ellos están equivocados. Ellos buscan sus intereses. Ellos se rigen por otras ideas y por otra gente. Pero en el fondo está el querer imponer e imponerle al otro mi criterio. Esas son las divisiones.

Este mundo que debido a las situaciones económicas, políticas y sociales han sido las décadas de la emigración económica, política, social. Y vemos bandadas de habitantes, éxodos de pueblos. Nuestro mismo pueblo está viviendo eso con tantas personas que creen que su futuro lo tienen que lograr en otros lugares. Y se arriesgan, y las familias se dividen.

Hermanos, eso qué cosa es. Eso es que los hombres no queremos ver el rostro de Dios sobre nosotros. No queremos reconocer al hijo de María como revelador del Padre, del amor del Padre, que nos dice que somos criatura suya y que todos somos hermanos. La Iglesia pide eso hoy. Pide que no solamente nos sintamos, sino que reconozcamos en nuestra acción diaria que somos hermanos. Lo demás son justificaciones.

Vamos a pedirle al Señor que nos ayude que nos ayude. Que ayude a este pueblo. Que el rostro de Dios brilla sobre este pueblo. Que su palabra se haga presente para que nos ilumine. Me gusta este sentido de la luz en este primer día del año,  y así lo dice que tu rostro brille e ilumine.

Hermanos dejemos que Cristo nos ilumine. Todo el mundo, nadie puede decir yo no me dejo iluminar por la Palabra de Dios. Porque la Palabra de Dios es sensata, es lógica, es viva, eficaz. Convirtámonos, y  vamos a hacerle un bien grande a nuestras familias; vamos a hacerle un bien grande a nuestro entorno, a nuestra sociedad, al mundo entero. Pero cuando los hombres queremos egoístamente, hacer prevalecer nuestros instintos, nuestras pasiones, nuestros criterios, e imponérselo a los demás. En ese mismo momento se rompe, se rompe algo en la relación, se rompe algo. Y todo eso trae consecuencias.

Hermanos, vamos a mirar el futuro con esperanza para que Dios, esa luz de Dios sobre nuestro rostro, disipe las tinieblas que hay que nos oscurecen nuestra fe, se oscurece nuestra relación con los hermanos y con los demás. Vamos a ser dóciles. Todos, aquí no hay nadie que diga yo no. Todo el mundo tiene que hacer eso.

Que Dios nos ayude a vivir en paz y a reconocer a Jesús como el revelador del Padre que nos va a dar y nos da el camino que nos lleva precisamente a la salvación. Es decir, al encuentro definitivo con Dios, que significa el encuentro con los hermanos.

Que el Señor nos ayude a vivir así, a vivirlo con alegría. Porque saber que Cristo ha venido al mundo ya es una alegría. Saber que el rostro de Cristo, de Dios, está ahí para iluminarnos ya es una alegría. Saber que Cristo muere en la cruz para salvarnos ya es una alegría. Saber que María es Madre nuestra y nos guía, y nos quiere y nos ampara bajo su manto, es una alegría. En medio de las vicisitudes, hay veces que ésa, es la única alegría a la que podemos recurrir, porque los hombres obstruyen cualquier otra alegría con sus leyes, con sus medidas, con sus acciones.

Que el Señor nos ayude a vivir así hermanos, y siempre en todo momento, confianza que el Señor nos dará fortaleza. Que así sea.

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