Homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón

Homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón

Transcripción homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón
Párroco de San José Obrero, Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad, 21 de agosto de 2022
Domingo XXI del Tiempo Ordinario

 “Esfuércense por entrar por la puerta estrecha” Lucas 13, 24

Hermanos,

Al iniciar nuestra eucaristía presentamos una Acción de Gracias. Una Acción de Gracias a Nuestra Señora de la Caridad, patentizado en el hecho de un ramo de flores silvestres y hermosas en esta mañana de domingo. Realmente la celebración en este año se ubica cronológicamente el 28 de abril del año 1522.

Pero a los pies de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre y sabiendo que el día 15 de agosto nuestra iglesia celebró en la Catedral los 500 años de dicha fundación y traslado como Primada de la Diócesis, erección de la Catedral y la categoría de Primada en cuanto a la mitra del Obispo. Pero, además sabiendo que el dogma de la Asunción, al proclamarse por Su Santidad el papa Pío XII también estaba respondiendo, respondía a considerar por el pueblo de Dios a María como Reina y Madre de todo lo creado y redimido, y es la celebración que nosotros tendremos mañana. Mañana nuestra iglesia recuerda a María como Reina, es decir, que ella está como dice muy bien el texto del Apocalipsis sentada al lado derecho del Hijo en el cielo y escucha todas las oraciones de la Iglesia.

A partir de esta primera idea nosotros encontramos el texto del Evangelio iluminado. Iluminado con la presencia de María. Hoy Jesús nos habla en el Evangelio de San Lucas, de una cena. Una cena que es la Eucaristía. Y una cena en la cual está la interrogante de que, ¿todos se salvarán? Una cena que alberga a todo el pueblo de Dios. Una cena del pan eucarístico y del vino eucarístico, una cena con su presencia. Y una cena que habla de fidelidad y de infidelidad, y habla de otra cena en el Reino de los cielos. Habla de una cena escatológica. Una cena en la cual se sentarán todos los hijos de Dios. Una cena, dónde están los hijos de Dios que vienen de Oriente y de Occidente, del norte y del sur, de todas las latitudes de la tierra; porque la presencia de Cristo es universal.

Y es la idea del profeta Isaías. La idea del profeta Isaías que le habla a Jerusalén y que responde además con aquellas intenciones de Jesús, cuando entra a Jerusalén llorando. Cuando le habla a Jerusalén que se cobije bajo las alas de la gallina, como hacen los polluelos. Esa Jerusalén, que no quiso creer en Jesús. Esa Jerusalén que crucificó a Jesús. Y esa Jerusalén que se burló de Jesús. Es una incógnita, es un misterio de fe. Ver cómo la Tierra Santa, Santa por la presencia de Jesús, es incrédula a la llegada del Mesías.

Y eso nos habla, nos habla de un misterio que a nuestra nación nos incumbe. Los procesos de fe, la historia de la salvación, tienen un protagonismo vital en las historias nacionales, en las historias que van surgiendo en procesos, como la nuestra; donde la Cruz, la imagen de nuestra Señora de la Caridad del Cobre, y toda la labor de los sacerdotes y misioneros han dado a la luz, lo que hoy se conoce en la historiografía como Cuba.

Por tanto, siempre por nuestra nación hay que pedir, porque nuestra nación, vio la luz desde el primer momento en que la Cruz de la Parra fue plantada en tierra de Baracoa, el acontecimiento del hallazgo de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, la entrega pedagógica y filosófica del padre Varela, como lugar teológico importante del seminario San Carlos y San Ambrosio. Todo lo que fue la labor misionera de Claret y su testimonio de fe viva. Ver a Carlos Manuel de Céspedes, postrado en la Catedral de Bayamo, jurando ante Dios dar su vida por la libertad de la Patria, o a Mariana, la madre de los Maceo, sosteniendo una Cruz, y todos sus hijos y su esposo Marcos Evangelista, prometiendo derramar la sangre como lo hizo el primer hombre liberal, Jesús.

Y así vemos varios acontecimientos en que nuestra nación. Como la Jerusalén, que hablan las sagradas escrituras, es una nación que ha nacido y anda a la luz de la fe a la luz de la fe enriquecida por ese martirio del beato José López Piteira. Una nación que crece y que recibe doctrina católica, no sólo por las visitas de los Santos padres Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, sino por la sensibilidad de los misioneros que entregan su vida día a día por el sostenimiento de la evangelización. Por eso hoy hay que pedir por todos nuestros obispos, sacerdotes, religiosos y misioneros. Por la catequesis, por la catequesis para que los niños crezcan y sepan cuál es el valor de la fe y lo vivan. Hay que orar por las vocaciones.

Todo esto, nosotros se lo presentamos al Señor por intercesión de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, para que podamos contemplar esa cena en el cielo con todos nuestros padres de la fe. Con una ciudad que por la Fundación y traslado de la Iglesia recibe el título de Ciudad. Para que nuestra ciudad se convierta. Para que nuestra ciudad crea más en Dios. Para que considere más a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre como Madre y Patrona de nuestro pueblo. Para que podamos contemplar al Señor y ese día último en el cual seremos examinados en el amor, Él nos diga, siéntense aquí que has venido de muy lejos.

Que así sea.

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