Homilía de Mons. Dionisio G. García Ibáñez

Homilía de Mons. Dionisio G. García Ibáñez

Transcripción Homilía de Mons. Dionisio G. García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad, 31 de julio de 2022
Domingo XVIII del Tiempo Ordinario

“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado? Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios” Lucas 12, 20-21

Hermanos, el conjunto de las lecturas de hoy tienen una característica que quisiera poder expresar. En muchas de las lecturas de los domingos, que todas tienen que ver con Jesús o algún pasaje de la Biblia, del Antiguo Testamento, lo sabemos, muchas veces o casi siempre estás escrituras son para denotar algo que desconocemos de Dios o que se quiere resaltar. 

Por ejemplo, Jesús resucitando al hijo del funcionario, ¿qué se quiere destacar ahí?, lo que se quiere destacar ahí es el poder de Dios y el poder de Dios manifestado en Jesús que Dios mismo también, eso se quiere decir. Por ejemplo, en el Sermón de las bienaventuranzas, ¿qué nos quiere decir? Jesús que tiene como eje central de su vida esa intimidad con Dios su Padre, que se retiraba la montaña a orar, entonces ver a Jesús dispuesto a predicar, a anunciar, a enseñar cuál debe ser nuestro camino en la vida, entonces ahí viene el Sermón de las Bienaventuranzas: dichosos los pobres de espíritu, dichosos los que buscan la justicia… Fíjense bien que so enseñanzas mostrándonos quién es Dios. 

Pero en el día de hoy también se nos muestra el mensaje de Dios en su Palabra, Jesús que habla, y que nos dice, necios. Las lecturas de hoy, hasta el Salmo, están hechas para darnos trabajo a nosotros, para que nosotros reflexionemos, pensemos, para que no solamente sea un actuar, sino también sea hacer una revisión de mi vida; y no solamente la revisión de mi vida desde el punto de vista espiritual, sino desde el punto de vista humano.

Las cuatro lecturas son una apelación al sentido de la vida del hombre y de la creación, porque el hombre, el ser humano es la criatura más perfecta de la creación, hecho a imagen y semejanza de Dios. Estas lecturas están hechas para que nosotros pensemos quiénes somos y para qué vivimos, y a dónde el Señor nos dice que es bueno que vayamos para estar junto a Él. Es decir que no vivamos la vida, me gusta decirlo y lo he dicho tantas veces que van a decir que lo repito mucho, no vivir la vida por vivirla. No vivir la vida para lo inmediato, no vivir la vida solamente fijándonos en los logros o en los desastres del momento.

Tenemos que vivir la vida tratando de con esa razón, inteligencia que el Señor nos da, esa capacidad de meditar, de escudriñar los misterios del hombre, de la creación, nosotros busquemos. ¿Y quién soy hombre en esta tierra, quién soy yo? ¿A qué vengo? ¿Soy un ser necesario? No, no soy un ser necesario, porque soy necesario en la medida en que Dios me llama a la vida.  Pero si yo fuera un mero producto de la naturaleza, yo no sería necesario, los árboles tan lindos y hermosos que rodean este Santuario ¿son necesarios? Son lindos pero necesarios no. Ninguno es necesario. ¿Los hombres somos necesarios, los niños, los ancianos, los enfermos, somos necesarios, las mujeres? Somos necesarios como les dije, en cuanto hijos de Dios, porque Dios nos da la vida y nos tiene un destino, tiene un final para nosotros. Entonces mi vida tiene sentido.

¿Nosotros los hombres le buscamos el sentido a la vida o solamente nos dejamos llevar por la lucha diaria? Que es necesario tenerla, es necesario tenerla, hacerla, buscarla, porque para eso el Señor también nos ha dado la vida, para que nos esforcemos. En la creación nos dice el texto de la Biblia, miren este es el mundo enseñoréense sobre él, háganlo producir, multiplíquense, esto es de ustedes. Ese es trabajo nuestro. Sino creyéramos en Dios, nadie sería necesario; sólo Dios es necesario, y nosotros en la medida de ser criaturas de Dios, querida por Él y que nos llama a vivir la vida eterna.

Y así nos podemos preguntar todo el sentido de la muerte, por qué yo viene al mundo, por qué nací en Cuba y no en otro lugar. ¿Nunca se han preguntado eso? ¿Y si mis padres no se hubieran conocido, quién sería yo? ¿Yo existiría? No, no sé, sería otra persona con otro ADN si miramos las cosas desde el punto de vista de la ciencia. Estos textos están hechos para que nos demos cuenta que nosotros no solamente debemos gastar nuestra vida en los inmediato, en lo necesario para poder vivir, para resolver por un tiempo porque sabemos que las cosas se acaban. Sino que nosotros pensemos en lo que le debemos a Dios.

Entonces, las lecturas tienen dos caminos. Un camino este, pensar, ¿para qué hemos venido al mundo?, ¿quién soy yo? La segunda, ¿reconozco a Dios?, ¿le agradezco a Dios? Sí yo sé que yo soy necesario, que el Señor me da la vida entonces esa vida que tengo ¿a quién se la tengo que agradecer?, a Dios. Si yo sé que esta vida se acaba en muchos años, varias décadas, se acaba según esta vida en la tierra; si yo no creo que mi vida va a perdurar junto a Dios, triste que sería para mí. Pero qué alegre sería para nosotros saber, de qué estás vida mía hoy, limitada, llena de errores, llena de dificultades, llena de situaciones que no me gustan y otras que me gustan, eso tiene sentido al final de mi vida. Entonces yo viviré para siempre como dice la escritura.

Por eso las lecturas de hoy empiezan con el libro del Eclesiastés, Qohélet que también le llaman, que es un libro con una reflexión filosófica, fíjense bien que de Dios en este libro del Antiguo Testamento se habla muy poquito, muy poquito, todo es que el hombre haga esfuerzos para buscar sentido de las cosas. Vaciedad sin sentido, dice el predicador, vaciedad sin sentido, todo es vaciedad. Hay otros textos que traducen esto de vaciedad, que nos da la idea de vacío, el absurdo todo es un absurdo. Entonces empieza a decir, hay quién trabaja con destreza, tiene todo y al final, ¿quién se lo lleva? No se sabe, porque a veces la gente trabaja un refrán que nosotros los cubanos decimos, trabaja para el inglés. ¿No se acuerdan de ese refrán que antiguamente se decía? Trabaja para el inglés, trabaja para otro. Cuánta gente lucha, lucha, lucha por tener y de momento todo se le va de las manos. Cuánta gente se ha pasado acumulando, acumulando, acumulando, viene el ciclón, cualquier ciclón y se destruye todo. Cuánta gente ha acumulado, acumulado, acumulado, y de momento deciden irse del país y deja todo, y uno se queda así.

Todo eso es transitorio. Por eso es que dice aquí, ¿qué saca el hombre de todo su trabajo de los afanes que trabaja bajo el sol? Saca el sustento de la vida, es verdad, pero viene la otra dimensión que está completada por otra frase de a Biblia. ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si al fin pierde su alma? Si no tenemos esa dimensión puesta en Dios, que es el sentido que me lleva al final, entonces la vida es vaciedad. La vida es esfuerzo que logra algo, pero es inútil porque es desaparecerá con el tiempo.

Y aquí viene la pregunta, ¿y yo qué hago para encontrar el camino para que mi vida tenga sentido? Y sé que el sentido es Dios porque lo demás es la naturaleza que es implacable, la naturaleza no tiene misericordia, la naturaleza no tiene perdón, la naturaleza no tiene condescendencia, es implacable. ¿Quién tiene eso? Dios, y nosotros los hombres nos ponemos en sus manos. ¿Qué tiempo le dedico yo a Dios? ¿De qué me sirve ganar todo el mundo con el esfuerzo diario si al final pierdo mi alma? ¿De qué me sirve? Esto es lo que nos dice este texto.

Pero si vamos al Salmo, dice, postrémonos ante Él, bendigamos al Señor que es el Creador nuestro, porque es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía. Y dice más, aclamemos al Señor demos vítores a la roca que nos salva, entremos en su presencia dándole gracias vitoreándoles al son de instrumentos. En otras traducciones, aquí precisamente dice, un día Señor en tu tienda vale más que mil años de ella. un día Señor en tu tienda es más que mil años de ella. Cuando yo leo esto, me acuerdo de las hermanas, de las religiosas contemplativas, de la gente que busca orar. Es decir, ¿cuánta ganancia hay en dedicarle el tiempo que el Señor me ha regalado para dárselo al Señor? ¿Cuánto? Aquí lo que me está diciendo es que yo tengo que medir el tiempo que yo dedico a los asuntos que debo de ocuparme en este mundo, pero también tengo que dedicarle tiempo a Dios.

Una pregunta para reflexionar, ¿cuánto tiempo yo gasto planificando mi vida con éxitos laborales? Eso es cuando la cosa es buena porque hay veces que gasto el tiempo pensando en el mal y buscando el mal, aplastando otras personas. ¿Cuánto tiempo yo gasto en estas cosas del mundo que pasan y cuánto tiempo yo gasto para Dios? Para quererle, amarle, escuchar su palabra porque sé que entonces si voy a lograr el premio eterno. Sino, sería un sinsentido la vida.

Ése es el Salmo. Vamos a la carta a los Colosenses.

Aspiren a los bienes de arriba, y no a los de la tierra. ¿Qué quiere decirle Pablo a los Colosenses? Pablo en ese momento lo llevaban a Roma a morir, él está en el tres y dos. Los que conocen la pelota saben o que eso significa. En el tres y dos. Sabe que ese momento no se puede jugar, no se pueda andar con paños tibios, hay que saber lo que uno quiere. Y él les dice, hermanos tenemos que ocuparnos de los bienes de aquí  abajo, pero pensemos de los bienes de arriba que vamos alcanzar, y no los de abajo que se pierden, que se pierden, así es la vida. La pandemia nos dio una lección, un mundo soberbio que creía que todos los problemas estaban resueltos, y un grupito de cédulas de momento transformaron nuestra existencia.

¿Somos necesarios? No somos necesarios. Tantas personas buenas que murieron, tantos sueños planificados que se cayeron, tanto amor entre personas que sufrieron. Eso es lo que el Señor nos hace pensar y nos pide hoy que pensemos. ¿Qué tiempo nosotros tardamos para preparar nuestras vacaciones, para la diversión? ¿Eso es malo? No es malo. Ahora, ¿yo le dedico el mismo tiempo a postrarme ante Dios, a cumplir su palabra y a vivir para los demás? Eso es lo que tenemos que buscar.

Por eso es que le les digo que estas lecturas son para hacernos pensar, ¿qué yo hago con mi vida? ¿Mi vida la gasto en lo inmediato, en lo necesario, en lo que tengo que resolver para sostener este cuerpo, o esta familia, o un país? O yo hago todo eso, pero dedicándole también mi tiempo a Dios que es el que le da sentido a todo eso, a todo eso. Los grandes imperios vivieron parecían eternos y desaparecieron, cómo van desaparecer lo que están ahora también, llegará su momento.

El puntillazo lo pone Jesús en esta parábola. Había un hombre rico, que tenía de todo, hizo una y el Señor dice que fue un necio. Ustedes saben lo que significa necio, un tipo que está perdido, un tonto, un necio.  Y él dijo, he hecho una cosecha increíble voy a derribar lo que tengo y voy a construir cosas grandes para contener todo y después me voy a tumbar, a beber, voy a catar y voy a… necio esta noche van a dar cuenta de tu vida. Ése es el hombre y en eso teneos que pensar. O solamente aspiramos a vivir como vive cualquier otra parte componente de la naturaleza, los árboles, los animales, tantas cosas, así que pasó y se fue… O nosotros creemos que la vida tiene sentido, que Dios nos ama, que Dios mismo murió por mí en la cruz, y mi vida tiene sentido porque sé por la fe que viviré eternamente.

Hermanos pensemos, porque el mundo moderno, con la prensa, con la televisión, con la radio que mucho bien hace para conocer, pero que también mucho bien mal hacen cuando distorsionan la realidad o cuando imponen una idea. Si nosotros solamente lo dedicamos a estar en ese ambiente, nos vamos a perder del verdadero sentido que tiene la existencia del hombre.

Busquen a Dios y su justicia y lo demás se le dará por añadidura. ¿De qué sirve ganar todo el mundo si al final pierdes tu alma? Hermanos, cuidémonos, busquemos los bienes de arriba.

Hay una oración que me gusta mucho que a veces la rezamos. Que dice así, Señor ayúdame a utilizar los bienes de la tierra de tal manera, que no me impidan alcanzar los bienes del reino de Dios. No hay que despreciar los bienes de la tierra, no, hay que buscar justicia, pero que esa búsqueda, ese esfuerzo, ese trabajo, no me impida dedicarle mi tiempo a Dios, buscando los bienes de arriba.

Que Dios nos ayude hermanos a vivir así. Y ustedes verán que también encontraremos sentido, serenidad a nuestra vida.

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