Homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez

Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad
XVI Domingo del Tiempo Ordinario
17 de julio de 2022

“Señor, si he alcanzado tu favor no pases de largo junto a tu siervo”  Génesis 18, 3

Hermanos,

En ocasiones comienzo la predicación, recordando la oración que hicimos al comienzo de la misa, que cómo ustedes saben bien se llama oración colecta, porque resume, recoge, las intenciones del pueblo y la intención principal que la Iglesia nos propone para hoy. La voy a volver a leer en este momento.

Después que reconocemos que el amor de Dios multiplica en nosotros los dones de fe, esperanza y de caridad, le pedimos al Señor lo siguiente: Haz que permanezcamos siempre fieles en el cumplimiento de tus mandatos. Es decir, le estamos pidiendo al Señor que seamos fieles. ¿Cómo somos fieles al Señor? Viviendo según el Señor.

Acuérdense de aquella frase de san Juan, ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando, aquel que me sigue guarda mis mandamientos… Esto es fundamental. Y no son mandamientos que son cargas u obligaciones, sino que son liberadores porque nos liberan del mal. No mientas, nos libera de la mentira; no seas infiel, nos libera de la infidelidad; honra a tu padre y a tu madre, qué lindo y bueno es eso. Hay que mirar los mandamientos como algo que es liberador, que encamina mi vida hacia la luz y por el sendero del Señor.

Este es el primer punto que nosotros vamos a pedir hoy y a tenerlo en cuenta. Después quisiera referirme al texto a los Colosenses, que es la segunda lectura. Vamos a fijarnos en una frase. Dios me ha nombrado ministro de la Iglesia, dice Pablo, asignándome la tarea de anunciarles a ustedes el mensaje completo. ¿Cuál es el mensaje completo? Hemos visto una parte, guarda mis mandamientos. El mensaje completo, la centralidad del mensaje cristiano, el hecho por el cual nosotros estamos aquí participando en esta santa eucaristía es éste: Yo vengo a revelarles el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones y que ahora le ha revelado a mi pueblo santo; Dios ha querido dar a conocer a los suyos que Cristo es para nosotros la esperanza de la Gloria.

Nosotros anunciamos a ese Cristo, que muere precisamente en la cruz. Anteriormente Pablo había dicho que él también quería soportar los sacrificios de la vida, la cruz de Cristo; que quería ayudar a cargar. La centralidad es que Dios ha querido que todos los hombres nos salvemos; y para eso envió a su Hijo Jesucristo, que es el Revelador del Padre. Y una de las cosas que el Señor nos dice es que guardemos sus mandamientos. Fíjense bien, el centro es Cristo, los mandamientos son consecuencia del amor a Dios.

Vamos entonces a las otras lecturas.

La primera lectura es del libro del Génesis, es un pasaje muy simbólico, pero fundamental en la Historia de la Salvación. Es la promesa que Abraham recibe que podrá ser el padre de un pueblo numeroso… pero todavía no habla ni de pueblo. Simple y sencillamente, Abraham que ya le había dicho Sí a Dios, diciendo yo dejo todo por seguirte. La situación de Abraham era muy peculiar, se sentía solo, había dejado a la familia, estaba con Sara pero tenían un problema. Él y Sara eran mayores, no podían tener hijos y… ¿quién sería el que continuaría su estirpe? Muy importante para el pueblo de Israel, la continuidad.

Un día Abraham en la puerta de la tienda ve pasar a tres hombres, que se plantan delante de la tienda y enseguida descubre que ésa es la presencia de Dios. Y dice esta frase, que yo quisiera que ustedes y yo la guardáramos en esta semana: Señor, le dice a aquellos tres hombres en los que descubre a Dios, si he alcanzado tu favor no pases de largo junto a tu siervo. Fíjense que cosa más hermosa, si he alcanzado tu favor no pases de largo junto a tu siervo. Ojalá que nosotros todos los días en la mañana, nos levantemos y digamos, Señor me has dado un nuevo día, sé que yo he alcanzado tu favor, eso lo sabemos porque todos alcanzamos el favor de Dios, no pases de largo, quédate, porque sin Ti pocas cosas logro.

Hay dos acciones. Una Dios que se acerca y quiere tener contacto con Abraham, establecer una relación o decirle algo; y Abraham que descubre a Dios y que le busca. Porque hay veces que podemos descubrirlo y no lo buscamos. Es decir, la iniciativa de Dios y la respuesta de los que están buscando a Dios. Después viene aquel relato en el que Abraham con gran caridad agasaja a esos hombres, les brinda la hospitalidad de la casa, y al final uno de ellos le dice a Sara, cuando volvamos ya tú tendrás un hijo. Dios ha pasado por esa casa, ha bendecido a Abraham, ha ayudado a Abraham. Como nos ayuda también a nosotros y tenemos que pedirle siempre. La palabra de Dios es eficaz, no miente Dios.

La otra parte es el evangelio. Martha y María se encuentran con Jesús. Jesús tenía fama, eran amigos y Martha empieza enseguida a brindarla lo que había hecho Abraham con aquellos hombres, servirle al Señor. Y María que había descubierto que era el Señor, que había pasado y había entrado a su casa; María se queda contemplando, se queda tranquila, aparentemente sin hacer nada, pero con los ojos y el corazón puestos en el Señor. Había descubierto que el Señor había pasado y que el Señor estaba en su casa.

Martha también queriendo servir al Señor, se disponía para hacer todo lo que podía hacer agradable la estancia del Señor. Fíjense bien hermanos que es la misma situación de Abraham. El Señor llega a la casa, la iniciativa es de Dios, pero Martha y María le responden buscándolo; una sirviéndole y la otra contemplando. Hermanos, así debe ser también nuestra vida.

Nuestra vida tiene que ser una búsqueda de Dios, y nosotros descubrimos a Dios cuando le buscamos aun en las cosas duras y difíciles, en los momentos más terribles que puede pasar una persona, una familia, un pueblo, nosotros podemos encontrar a Dios. Nosotros nos daremos cuenta también, que los mandatos de Dios son mandatos de vida, ¿por qué?, porque nos hacen descubrir el verdadero sentido de la vida que es precisamente algún día alcanzar la salvación, pero aquí en la tierra vivir como hermanos, como hijos de Dios, teniendo a Jesucristo como nuestro Salvador.

¿Por qué? Porque Dios es grande, porque nos ha creado y da sentido a la vida de los hombres. Sin Dios la vida no tiene sentido, es simplemente un transcurrir de episodios biológicos, físicos, fisiológicos… La vida tiene sentido cuando la miramos según Dios; y eso es lo que nos dicen los textos de la palabra de Dios. Dejémonos visitar por Dios, y también busquemos a Dios.

Como reflexión para esta semana, hoy hemos rezado con el salmo 14, Señor, ¿quién puede estar en tu casa? ¿Quién puede estar en tu tienda? La casa de los beduinos como Abraham era la tienda. ¿Quién puede estar, quién? El que procede honradamente, practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua… el que no hace mal al prójimo. ¿Díganme si estos son, sí o no, mandamientos de vida? Son mandamientos de vida.

Esto es lo que el Señor nos pide, buscar a Dios. Él se va a hacer encontrar y nosotros vivir según lo que Él nos da, la palabra que Él nos ha dado que en definitiva es vivir los mandamientos, afincando siempre nuestra fe en Dios nuestro Salvador. Así nosotros podemos sortear muchas dificultades. Hermanos, pero si en una persona, una familia, en un pueblo, Dios pasa y sigue de largo porque nosotros no lo recibimos, tarde o temprano esa carencia de Dios se hace sentir en la persona, en la familia, en las relaciones sociales, en la naciones.

Que Dios nos ayude a buscar a Dios, a encontrarle y a seguirle.

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