Alocución Radial Navidad 2021

Alocución Radial Navidad 2021

 “No teman, les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador: El Mesías, el Señor”

Buenos días, queridos hermanos y hermanas radio oyentes de la Emisora Provincial de Radio CMKC, la Radio Provincial. Hoy, 25 de diciembre, es Día de Navidad y, como todos los años, al inicio de las Fiestas Navideñas y de Fin de Año, me dirijo a Ustedes, familiares, amigos y a todo nuestro pueblo para desearles una Feliz Navidad y un Nuevo Año lleno de Esperanza, Confianza en Dios y Bendiciones.

Les deseo una Fe firme que aumente nuestra confianza en el Poder misericordioso de Dios, que tanta falta nos hace para enfrentar las dificultades que nos presenta la vida. De manera especial tengamos en cuenta a aquellos que no pueden celebrar estas fiestas unidos a sus familias, como pueden ser los enfermos en los hospitales, los presos, los que viven lejos de sus familias, ya sea por motivos de trabajo o de la emigración. EN LA NAVIDAD SINTÁMONOS UNIDOS EN FAMILIA DESDE EL CORAZÓN, con la esperanza de futuro encuentro y abrazo. Pidámosle a Dios que lo haga posible.

La Navidad siempre es una fiesta de Fe, de familia, es fiesta comunitaria y de recuerdos: La Navidad de este año, estará marcada para todo nuestro pueblo, por los momentos duros, llenos de dolor e incertidumbre, que pasamos durante el flagelo de la epidemia de COVID-19. Sobre todo, para las familias que perdieron a algún familiar o amigo cercano o vivieron la incertidumbre de un posible contagio, en especial el personal de la salud que arriesgaron su vida en el empeño de salvar otras.

Ahora nos toca a nosotros pedir y buscar luces y fuerzas para enfrentar un nuevo año. Busquemos, sin miedos ni reservas, la Palabra de Dios que siempre ilumina y está llena de sabiduría. Si la escuchamos, la meditamos, nos esforzamos en comprenderla, la hacemos nuestra y la ponemos en práctica, encontraremos sentido a la vida y las fuerzas necesarias para ponerla en práctica.

Por tal motivo les invito a escuchar atentamente el Evangelio de San Lucas, cap. 2, donde se nos narra el nacimiento de Jesús. Primero hagamos unos instantes de silencio para serenarnos y disponernos interiormente a escucharlo con mucha atención y para acogerlo con la mente y el corazón. Recordemos que Jesús es el personaje principal, es el centro de la narración, los demás que aparecen en el texto giran en torno a él.

(Lectura del Evangelio)

El pasaje bíblico que hemos escuchado es uno de los más conocidos y bellos de toda la Biblia. Además, lo conocen cristianos y no cristianos porque forma parte incuestionablemente de la cultura, historia y patrimonio de la humanidad. El nacimiento de un niño siempre es un acontecimiento, podríamos decir, misterioso, pues el hecho sobrepasa lo meramente biológico, ya que cada niño es un ser único, diferente a los demás, tiene ante sí todas las posibilidades que la vida ofrece, de ahí que siempre sea un motivo de esperanza, de alegría y, a la vez, una incógnita. Con seguridad podemos decir que el nacimiento más importante que ha ocurrido en la historia de la humanidad es el de Jesús. Es, del que más se ha hablado, el que más ha sido narrado, el que más ha influido en el desarrollo y la cultura universal.

Busquemos en el texto que hemos escuchado algunos mensajes que Dios nos quiere comunicar hoy a nosotros, para que encontremos sentido a nuestra lucha diaria por la vida.

Partimos del hecho de que Jesús es una persona real, que existió en el tiempo: nació hace aproximadamente unos 2021 años en la ciudad de Belén, en la época del emperador romano, Augusto, y era gobernador de Siria un tal Cirino. Era descendiente del rey David y, para los cristianos por la fe, creemos que es el Mesías prometido. En él se cumplen todas las Escrituras.  

Enseñanzas que podemos sacar del relato del nacimiento de Jesús, y que podemos acogerlas y hacerlas nuestras:

Dios cumple lo que promete, su palabra siempre es verás. Es una invitación a nosotros para confiar siempre en la Palabra de Dios, ya que ésta es viva y eficaz.

Nos invita a ser humildes. A no creernos superiores a los demás, A no equivocarnos creyendo que podemos prescindir de Dios y su Palabra.

Siendo Dios hecho hombre, no nace en un palacio y con poder, si no en un humilde establo. Invitándonos así, a no poner nuestro corazón en las cosas materiales o en los éxitos que nos deslumbran y llaman la atención; a no llenarnos de orgullo y prepotencia pensando equivocadamente que podemos hacer un mudo mejor sin contar con Dios. Lo más importante no era el local donde nació el niño, lo más importante es el mismo Niño Jesús. Por eso, aunque las cosas materiales son necesarias para poder vivir con dignidad no debemos olvidar que lo más importante es el bien que brota del corazón y que hacemos. Recordemos que las apariencias engañan. La humildad también hace que no nos creamos superiores a los demás. Los hombres se han equivocado mucho cuando quieren y hacen las cosas a su manera prescindiendo de Dios. El resultado “es paja que se lleva el viento”, no perdura. 

Dios no nos abandona y quiere que todos lo sepamos.

Manda a los ángeles a anunciarle a unos pastores que estaban cerca en el campo, que Dios les ha enviado a un Salvador. Después les invita a ir a buscarle. Los pastores vieron un pequeño niño y, descubrieron en él al Mesías, al Señor. Al seguir la voz de los ángeles se llenaron de la luz de la fe y creyeron en Él. Es una invitación a nosotros para que también le busquemos, seguro de que Jesús, nuestro Salvador se hará encontrar por nosotros.

Nos invita a no tener miedo, a estar alegres, pues ¡Nos ha nacido un Salvador!

Saber que tenemos un Salvador nos da confianza, nos hace fuertes en la lucha, nos ayuda a pasar por encima de las dificultades, Nos hace darnos cuenta que, a pesar de las dificultades e injusticias, la gracia de Dios prevalece. La victoria es de Cristo sobre el mal, la injusticia, la muerte y la maldad. ¡A quién temeré! ¡El Niño Jesús recién nacido es nuestra alegría y nuestra furtaleza!

Nos invita a ser agradecidos con Dios, a adorarle y a glorificarle; pues Él nos ama, pues además de darnos esta vida mortal, nos promete la vida eterna.

Los ángeles dieron Gloria a Dios y desearon la paz a todos los hombres que Dios ama. Los pastores vieron al Niño junto a María, su madre, y a san José y le adoraron y reconocieron en Él al Salvador.

Los pastores regresaron sin miedo y llenos de alegría.

Ellos comprobaron que todo lo que les habían dicho los ángeles se había cumplido. La fe les iluminó y entusiasmó. De ahí que regresara a sus campos llenos de alegría, sin miedos pues comprobaron que Dios se había hecho presente. Regresaron fortalecidos por la seguridad que la fe en Jesús les daba.

Este evangelio nos recuerda que nuestra vida no fue creada por Dios para que se acabara tristemente en una epidemia, por un accidente, por una enfermedad o por otras tantas causas. El nacimiento de Jesús nos dice que Dios no se olvida de nosotros, si no que Él quiere que alcancemos la vida eterna junto a Él, donde las aspiraciones de Paz, Justicia, fraternidad y comunión, que no tenemos en plenitud en la tierra, las podamos vivir a plenitud junto a Él en la gloria. Para eso hemos sido creados. En esta vida mortal, todo es pasajero, en la vida eterna alcanzada por Jesús encontraremos la plenitud de estas aspiraciones.

Les invito en estos días y de manera especial hoy, Fiesta del nacimiento del Señor Jesús, a unirnos en familia, a orar dándole gracias, a glorificar a Dios; a reunirnos, los que puedan, en las iglesias y casas de oración a celebrar la Navidad para, comunitariamente, alejar el temor y alegrarnos en el Señor. Esto nos dará serenidad para enfrentar las dificultades de la vida, que son muchas, con decisión, fortaleza y confianza en Dios que no nos abandona.

Deseándole lo mejor en este día santo de Navidad y, en estos días de fiesta, la paz, la fraternidad, la prosperidad, el respeto a cada persona y sobre todo el don de la fe que es lo que le da sentido a nuestra vida.

Les bendice. “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”

“Gloria a Dios en el cielo y el la tierra paz a los hombres que Dios ama”

+ Mons. Dionisio García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba

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