RECUERDO DE LA VISITA DE CLARET AL COBRE EL DIA 3 DE MARZO DE 1851

RECUERDO DE LA VISITA DE CLARET AL COBRE EL DIA 3 DE MARZO DE 1851

Lo Narra en su Autobiografía que, “a los 15 días de nuestra llegada fuimos a visitar la Imagen de la Santísima Virgen de la Caridad en la ciudad del Cobre, a cuatro leguas de la capital, que es tenida en mucha devoción por todos los habitantes de las Isla, así es que es una capilla muy rica por los muchos donativos que presentan continuamente los devotos de todas partes”. (Aut 510)

Don Antonio Barjau, Pbro, uno de los sacerdotes que vino con Claret, en su Crónica de todo el viaje, nos da algunos datos más… “La visita al santuario tuvo lugar el lunes día 3 de marzo. Ya al entrar en la bahía de Santiago, vuelta la corbeta hacia la montaña de El Cobre, hizo salva con cinco cañones y cantaron una oración a la Virgen. El día de la toma de posesión había puesto ya su actividad bajo la protección de la Virgen. Volviéndose a la imagen esculpida en el báculo, dijo: “La Prelada será la Virgen santísima. MI forma de gobierno será la que ella me inspire”

Artículo del “El diario Redactor”, del Domingo 9 de marzo de 1851, año 18, n. 4028, p. 2, col. 3-4, el siguiente artículo.

Visita del Escmo. e limo. Sr. Arzobispo al pueblo del Cobre. La mañana del [lunes día] tres del corriente [marzo] pasó a la vecina villa del Cobre nuestro dignísimo Sr. Arzobispo, haciendo el viaje por el ferrocarril del Cobre y atravesando en el vapor Botafogo la distancia que separa la Punta de Sal al muelle de Cuba.

A la llegada de S. E. lima, al pueblo Cobazo, fue recibido por aquel clero con cruz y ciriales, en el mismo paradero de los trenes, y desde allí se dirijió a la iglesia del pueblo, y después de haber hecho en ella una pequeña oración, S. E. lima, subió al Santuario seguido de un numerosísimo concurso. La cobrera villa presentaba el aspecto de una verdadera fiesta; todas sus casas estaban adornadas con banderas y cortinas, y como por encanto se veían acudir en tropel hasta las personas que viven a alguna distancia del pueblo y lo que es más notable, se advertía que todas venían vestidas de limpio y con la misma decencia que acostumbran hacerlo en los días de fiesta.

S. E. lima, bajó a la mina S. José y examinó los trabajos de los lavaderos, etc., pero seguido siempre de un gentío que allí fue mayor, debido al refuerzo que prestaban continuamente los trabajadores de las Minas, ansiosos de recibir la bendición de S. E.

Por la tarde, al salir los trenes en que había de regresar el ilustre Pastor, el paradero y todas las avenidas y aun el mismo camino, estaba lleno de espectadores, y bien puede decirse que ni un solo vecino había quedado en su casa, pues todos habían acudido allí a recibir la última bendición del virtuoso prelado que ha sabido ganarse las simpatías de su pueblo antes de conocerlo, y los carros tuvieron la mayor dificultad en salir por entre los oleajes que formaban tantos centenares de personas reunidas en la angosta garganta que el camino forma en su arranque del pueblo.

En Punta Sal fue servido por el Administrador de la empresa un delicado refresco, antes S. E. lima, examinó los muelles, vio el modo fácil con que se embarcan los minerales, y recorrió los demás establecimientos pareciéndonos que quedaba satisfecho de cuanto era digno de llamar su atención, no menos que del profundo respeto y veneración con que se presentaron todos los empleados de la Empresa del Ferrocarril. Concluido el refresco S. E. y comitiva pasaron al Botafuego, que llegó al muelle de Cuba mucho después de la oración, y el Sr. Arzobispo se dirijió procesionalmente a su Palacio.

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